Opinión

Frases profundas de más calado que seguimiento

De oriente a occidente o de Septentrión a Meridión las frases, célebres o muy conocidas unas, otras no tanto, han dejado huella o conformado la educación de los humanos a través de los siglos. Unos dichos reconocidos y rubricados por los más grandes pensadores, de los cuales otros, sin autor conocido, emanan del digamos vulgo, por lo que se divulgan o ponen en circulación, pero habrá que convenir que cuanta mayor sea la dimensión del emisor tanto más impacto tendrán, y así nos hallamos:

Los filósofos griegos, romanos, los grandes chinos Lao Set, Confucio, el hindú Gautama, el Buda, de las que los grandes mitos que son la religiones, sin las cuales no se sustentarían muchos pueblos, porque los mitos hacen que en ellos se basen las naciones, las banderas, los imperios… han tomado nota, para incorporarlas a su catecismo. Algunos dichos, parábolas, frases, proverbios, hipérboles, en suma, pertenecen también a tiempos posteriores a los Renacimientos, Siglos de Oro y todo eso porque el pensamiento filosófico carece de temporalidad.

Empezamos en cualquier tiempo incluso en el Contemporáneo. Bertrand Russell dijo aquello, que de mucha actualidad contemplando a la masa que somos todos, cuando es guiada por la idiotez: ”Aunque un millón de personas digan una estupidez, sigue siendo una estupidez”.

O aquella de Groucho: “Si sigues cumpliendo años acabarás muriéndote”, como las suyas geniales, agudas y esperpénticas, de una obviedad abrumadora donde precisamente reside su dificultad.

O ésta napoleónica : “El agradecimiento es una carga muy pesada que nadie quiere llevar”, que se explica por sí misma.

O esta otra de Oscar Wilde que podría sonar a antifeminista o antimachista pero que no deja de ser real y contundente: “La belleza es superior a la inteligencia porque no necesita ser explicada”.

O esa de quien no recuerdo: “Exígete mucho y espera poco, te evitarás disgustos”.

Y esto otro de “Ámame cuando no me lo merezca; será cuando más lo necesite”.

O esto también de “Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera”.

Y esta que oí de una más que cercana pariente, que no sé si atribuir a ella : “La alabanza excesiva obliga al alabado”, porque ella, muy entregada, se ve a cada paso más autoexigida.

“Felices los que dan sin recordar y reciben sin olvidar”, es otra de esas expresivas, de las que deberíamos asumir.

En cuanto a los literatos de la era Clásica, Horacio el poeta del carpe diem o aprovecha cada minuto de tu vida, que dijo aquello de “Mezcla con tu prudencia un gramo de locura”. El vate de más influencia entre sus pares posteriores, Siglo de Oro incluido, se consideraba a sí mismo como el más agregio puerco (como de él decía ) de la grey epicúrea.

O al Boccaccio, del Decamerón, al que se atribuye: “En una bandada de blancas palomas, un cuervo añade más belleza que el candor de un cisne”, que ya es decir.

O retornando a la antigüedad donde el Sócrates del “yo solo sé que no sé nada”, también dijo aquello de “El conocimiento empieza en el asombro”, o esto otro: “Habla para que pueda conocerte”.

Platón (que escribió todo sobre las enseñanzas que su maestro Sócrates, quien no dejó escrito alguno, le trasmitió), el de los diálogos y el mito de la caverna, dijo: ”No son los ojos los que ven sino lo que nosotros vemos a través de ellos”.

Aristóteles, además de pensador, matemático, aquello vigente para los que establecen como fin un viaje o una peregrinación: “No todo término merece el nombre de fin, sino tan solo el que es óptimo”.

Cicerón, el gran orador romano de las Catilinarias y también notable defensor en el foro de gobernadores inculpados contendiendo con su gran rival de Julio César, decía: “Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo”.

Séneca, el filósofo cordobés más notable afincado en Roma, maestro de Nerón, quien le obligó a quitarse la vida desangrándose en una bañera: “Cuanto mayor es la prosperidad tanto menor se debe confiar en ella”, porque él la tuvo próspera al lado del emperador.

La Brüyere del que se decía, que había que inclinarse largo tiempo desde el brocal de un pozo para ver sus aguas e intuir en ellas la profundidad de sus pensamientos, entre otras muchísimas, lo ya una vez citado: “El hombre en comparación con los demás, decide siempre en favor de su propio mérito”.

El científico y pensador Blais Pascal: “Felices los que dan sin recordar y reciben sin olvidar”.

O esta del gran maestro chino Confucio: “No importa cuantos favores hagas, al final te juzgarán por el que no hiciste”.

O la del filósofo francés Jean Paul Sartre: “Cuando comprendas los detalles de la victoria, es difícil distinguirla de la derrota”.

Gautama, el Buda o el iluminado, dijo lo que Séneca más tarde: “No es más rico quien más posee, sino quien menos necesita”. Ausencia del deseo es el principal lema del budismo.

De Nicola di Maquiavelo, muchas frases que podrían apuntarse a la política, por su actualidad: “La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota, una necesidad del presente”.

Engels que con Marx autores del Manifiesto Comunista: “La religión no es más que un reflejo fantástico en las cabezas de los hombres, de los poderes externos que dominan su existencia cotidiana. Un reflejo en el cual las fuerzas terrenales cobran forma de supraterrenales”.

Y por último no podía faltar Epicuro, el gran gozador de la existencia, quien tuvo una pléyade de seguidores: “La muerte es una quimera porque mientras yo existo, no existe la muerte, y cuando existe la muerte, ya no existo yo”.

Y así cerramos estos decires, cuando tantos otros, de no menor calado, se quedan en el camino, sin otro ánimo que el de entretener, conscientes de que nuestro forjado carácter jamás mutará.

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