Opinión

El jardín botánico del Campus

Por la ciudad en húmedo y por demás matinal domingo te puedes encontrar con un grupo que me hizo recordar aquellos que la SGHN reunía casi todos los domingos en  excursiones inmersas en la naturaleza donde alguna vez nos acompañaba Xocas ( Xoaquín Lorenzo) para poner su nota histórica. Pues esta de un no tan pequeño grupo, de varias docenas en torno a Vicente R. Gracia,  naturalista, un experto en flora, coautor, entre otras, de Flora Ornamental Auriense (sería un gran acierto hacer un libro de bolsillo para ser manejado "outdoor" -al aire libre- por su presentación, fotografías y texto), que nos iba a explicar los árboles del entorno del Campus, pero a modo de prólogo una resumida historia de los hospitales, como el desaparecido de San Roque enfrente de lo que hoy palacio episcopal, para rematar cuando se crearon los pabellones del antiguo hospital provincial, hoy aprovechados los singulares edificios para alojar más despachos que aulas; para esto ya está el Edificio de Ferro y Ciencias. El parque  presenta una singular variedad de árboles, algunos exóticos que, acaso o sin él, le convierta en el primer jardín botánico de la ciudad. Uno se admira cómo se desarrollaron donde antes páramos (Campus oriental) unos árboles de cierto porte. En el grupo de asistentes muchos conocimientos sobre plantas y árboles. Se podría decir que nadie ajeno al medio y encima con el apoyo de Marcos e Isabel, expertos ornitólogos de la SGHN, viajeros por esos mundos a la procura de alados, y del jardinero del campus, que, por su conocimiento del medio, interviene, cuando la ocasión lo requería, a modo de cicerone. Uno, frecuentador semanal de las aulas y paseante por su entorno, asombrado de tanta riqueza arbórea. A veces no sabemos lo que tenemos o no lo valoramos. Y por esto para mi no era chocante que el psiquiatra Vicente, un extremeño incrustado en Ourense, que más ciudadano se siente de acá que de allá, supongo, aunque no reniegue de sus raíces, fuera exponiendo con ese conocimiento y entusiasmo del que siempre hace gala, que no se apagaría ni aun visitando el campus oriental, pasadas casi dos horas cuando ya más que  compacto grupo, como en grupúsculos o capillas, cuando al retorno de la parte inferior del campus; de pasada me saluda un amigo, al que yo inmerso en la explicación no podría si no imaginar más en su despacho de director que en gozador de los placeres que el aire libre dispensa, con hijo y can, de paseo hacia el rio Loña, donde se fueron perdiendo lentamente, lo que les permitía el cánido, que como los de la especie, de marcaje territorial con sus frecuente meadas; así que si llevas una regularidad la dependencia canina crea ciertas servidumbres con una marcha de frecuentes interrupciones, o al menos eso observé. Continuamos cumplidas dos horas y más debieran emplearse por lo que nos pareció un esbozo de la tanta abundancia de especies vegetales, que darían para, quizás, dos horas más.

Conecto in situ con Arturo y José Luis, que andan implicados para que no sustituyan por cemento el parque entre el edificio judicial y la avenida del Miño como pretende el Concello, para que, arrasando los árboles, se hagan pistas de skate. Habrá que habilitar otros espacios sin detrimento de arboledas ya consolidadas. Los vecinos del Couto andan concienciados, creo que solamente los no subvencionados de asociaciones vecinales; se reunieron el martes para una protesta colectiva. No sé si les harán caso porque las autoridades, cuando quieren, practican la política de hechos consumados; así que la sorpresa sería que cuando se calme la  marea entremos sierra en  mano y talemos todos esos árboles, que algunos ya crecerían cuando aquello era el barrio de casuchas de A Mioca, acaso porque a la sazón las había para los pescadores que de ellas se aprovisionaban antes de echar el anzuelo en el Miño, Loña o Barbaña de aquellos tiempos.

Los ríos inflaron sus cauces, muy sensibles en los menores, que algunos perdidos en los confines de la provincia han sido colonizados por el azulón, ese pato, llamado ánsar real y alavanco en gallego, por su facilidad de expansión en detrimento de otros de su especie, que mientras se “aborregan” en el espacio urbano por la proximidad de las personas se tornan huidizos en el espacio rural. No obstante, estas lluvias no dieron para la subida del nivel de esos embalses que, cuando con el pasar de los años acabarán por colmatarse y quedar inoperativos.

Mientras estamos a punto de las primeras cerezas de Reza, en las alturas algunos cerezos aun en floración. Los árboles ya han explotado todos: de entre los frutales, los membrilleros, los manzanos. Comenzará el álamo blanco, populus alba, a soltar sus algodonosas bolitas de blanco polen que se mecen como en danzante vals antes de besar la tierra.

Observar la naturaleza depara tanto que incapaces somos de gastar unos minutos para sentirnos inmersos en ella, que nos trae a colación aquello de “Salamantica non prestat quod natura non dat”. Parece deducirse que vale más talento, sensibilidad o dones que instrucción.

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