Opinión

El río de Pontón, aguas arriba regato, riachuelo y charca

El río de Pontón, en otoñal invernia, en A Boutureira, a medio camino antes de rendirse al Barbaña.
photo_camera El río de Pontón, en otoñal invernia, en A Boutureira, a medio camino antes de rendirse al Barbaña.

Si no llega a tantos, nuestro territorio del sur de Galicia, considerando cada regato, arroyo o riachuelo, sí podría. Esta foto de A Boutureira podría hallarse en el municipio de Barbadás pero se ubica en el de San Cibrao, que por las galaicas costas sería Cibrán, o Cipriano en la hispana lengua, esta llamada área de recreo en las márgenes del ya aquí definido río de Pontón, Barbadás o Vilaescusa y no ese ridículo nombre, por disminuido y extraño en nuestra toponimia, de Barbañica, que no sé a quien atribuido, pero que una vez puesto en circulación, repetían los medios con profusión dotándole de carta de naturaleza.

El río de Pontón, que me quedo con él antes que regato dos Muíños o los otros nombrados, tiene entidad propia en su corto recorrido que por la quincena de kilómetros anda desde su nacimiento entre el Castelo y el castro de San Marcos, por tierras de A Mezquita, donde riachuelo, que increíble parece que en un verano del 45 lo arrasara todo a su paso, arrastrando peñascos, y dejando unos cuantos muertos, represándose cual embalse barroso por varios días por O Polvorín y Os Ponxos, derribando más abajo, cuando incrementando al Barbaña, la histórica Ponte Pedriña, nunca reconstruida, que unía en la ciudad ambas márgenes.

Este río de la foto, el de Pontón, en el paraje al que han dado el nombre de A Boutureira suele rugir en los represamientos como éste de un pluvioso otoño donde el río principal recibe a su tributario O Penedo allí mismo, confiriendo al paisaje una belleza realzada, se cree, por esta puentecilla de madera y el molino más bajo restaurado. Lástima que en los estíos el agua solamente en pequeños charcos a lo que reducidos los ríos de poco curso.

A Boutureira, que le podría venir el nombre de buitrera o voltureira, de lugar de buitres abutres, es esta área entre las aldeas ribereñas de Outeiro, Laxe y Pontón, que se ha relanzado como área recreativa cuando antes cubierta de zarzas y hierbas, ha “humanizado” el río, que más abajo con molinos, una vistosa cascada en Os Muíños, un bolo granítico, de altura como casa de dos pisos, que por décadas depositado cuando arrastrado por la gran riada al vallecillo, pasa bajo A Valenzá, que desde aquí pleno de norias estuvo, ahora ni reliquias, los llamados cambones para extraer las aguas y regar tomates, pimientos y lo que se plantare, en unas que fueron feracísimas huertas, hoy colonizadas por un río encorsetado por grandes bloques a modo de canal donde los tenaces alisos, sauces, fresnos, abedules han logrado brotar por los resquicios, convirtiendo los paseos laterales en arboladas avenidas. Este río tuvo su más celebrado molino en Vilaescusa, algunos puentes poldrados, presas… y también esquilmes despiadados de sus escasas aguas por los ribereños antes de rendirse al Barbaña entre O Polvorín y Os Rosales.

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