Opinión

Juegos florales

No va a tocar, me temo, pasarnos la semana con el raca-raca de si el Gobierno y el PP pueden-deben-quieren pactar la lucha contra el paro, si quieren-deben-pueden buscar juntos la puerta de salida de la crisis, y sobre todo si el Rey es quien para intentar mediar en el empeño. Ilustres constitucionalistas sin vanidad alguna ya que preservar por lo evidente de sus méritos, lo irreprochable de su trayectoria y por la edad, como el profesor Manuel Jiménez de Parga, dicen que sí, que por supuesto que el Rey es quien. Que puede y debe mediar porque su papel constitucional es ejercer de árbitro cuando las cosas se tuercen. Y que cuando la Constitución sentencia que el Rey reina aunque no gobierna, eso es exactamente lo que quiere decir, y que eso es lo que está haciendo Don Juan Carlos, 'reinar'. En resumen, que no está de adorno.

Si faltan líderes capaces de dialogar sobre lo que más importa a los ciudadanos, como ahora el paro, yo me permitiría añadir a la catalana: 'a más a más'. Pero pegando la oreja a la vía de la política mi impresión es que, ni reino, ni gobierno. Lo que nos va a tocar, me temo, es asistir al reparto de culpas entre Zapatero y Rajoy cuando este miércoles ni se ofrezcan ni se acepten mutuamente el tal pacto del Estado contra el paro... los dos. Zapatero, sospecho que con el zafio argumento que adelantó ayer Leire Pajín, que el PP 'no quiere arrimar el hombro' aunque beneficie a España porque hace oposición con las 'malas noticias' para 'crecer en número de votos'.

¿Y Rajoy? Rajoy, seguro, con el argumento que él mismo volvió a reiterar también ayer: que ya el pasado 30 de diciembre Zapatero le dijo que no iba a pactar la política económica con el PP 'porque eso era una cuestión ideológica', y que como desde la Investidura le ha ofrecido ese acuerdo tres veces y no ha aceptado lo que va a hacer es trasladar a la sociedad lo que él cree que 'hay que hacer' para salir de la crisis, en vez de perder más tiempo con ofertas de pactos. O sea, lo de siempre. Juegos florales de una clase política que ve pasar la crisis desde la barrera del Congreso.

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