Opinión

Tarde para actos de fe

Ni diálogo ni legalización, es la fórmula del ministro del Interior Pérez Rubalcaba para acabar con ETA. ‘Que se acabe’ por sí sola, como por arte de magia, ya no forma parte, por fortuna, del insufrible discurso institucional que ha venido acompañando desde Ajuria Enea la condena de los atentados de ETA durante los gobiernos del PNV, tan fría como hiriente. Esa odiosa equidistancia institucional que tanto ha ofendido ya es pasado. Ahora el lehendakari Patxi López se persona junto a las víctimas a la velocidad del rayo en un gesto de honor, y se suma tras ellas a los duelos para que nadie dude de qué lado está, y Zapatero y Rajoy, Gobierno y oposición, comparten corbata negra y avión oficial donde antes todo era división.


Antes no es ahora. Ni diálogo con ETA porque ese tren ya ha pasado, ni legalización de Batasuna se ponga como se ponga la banda y se llamen como se llamen sus cómplices, mientras exista ETA, asegura Rubalcaba.


Si el presidente del Gobierno desmintiese cualquier posibilidad de re-negociar con ETA tan clarito como su ministro de Interior, ¡qué bien nos iría, cuánto tiempo dejaríamos de perder en la dialéctica suicida de si podemos fiarnos (o no) de que Zapatero no volverá a dialogar con los terroristas, o si hasta que diga ‘derrotar’ a ETA no será de fiar (¿o sí?), o que por qué no retira la autorización del Congreso para negociar con la banda si quiere que le creamos! Pero Zapatero o no sabe o no puede o no quiere hablar tan claro. El sabrá por qué.

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