Zapatero sonríe en su vídeo como el anunciante de refresco que quiere convencer al consumidor, a base de poner una cara amable, de la bondad de su producto.
Pero una vez que terminó de grabar su último spot hace unos días para ese vídeo todo con ZZ que tanto furor ha causado en los programas de televisión, al presidente del Gobierno se le debió de helar la sonrisa. Y congelada la debe de tener ahora que ya no le ve nadie la mayor parte de los días.
Habría que conocer lo que el valenciano Plá piensa de la sonrisa de Zapatero, apuñalado como ha sido la semana pasada porque no quería dejar su puesto en uno de los actos más cínicos de la peor política barriobajera que hemos conocido los españoles desde hace años.
Porque, si Plá no pagaba los ochenta mil euros que había costado la reforma de su hogar a un constructor, lo que quienes conocían el entresijo tendrían que haber presentado una denuncia contra él en los juzgados, no filtrar el asunto a periódicos amigos para que el líder socialista de Valencia 'comprendiera' la necesidad de dejar vacío el puesto. Lo ocurrido es más propio de la mafia que de un partido democrático.
El caso de Maragall y sus declaraciones anunciando que deja de militar en el PSC se veía venir, pero no por eso tiene que dejar de resultar doloroso para Zapatero que quien fuera presidente de la Generalitat le recuerde en público que sin él no habría nunca llegado a hacerse con las riendas del PSOE. Junto a Alfonso Guerra, rememora Maragall. Curioso resulta que los dos veteranos de la política española que, efectivamente, auparon al poder al hoy presidente del Gobierno estén absolutamente desencantados de este capítulo de sus respectivos pasados. ¿Sonríe Zapatero para dejar constancia de que ha conseguido engañar a compañeros tan destacados?