Opinión

Con tensión

A Zapatero le conviene la tensión. Se lo dijo a Iñaki Gabilondo en la entrevista de guante blanco que le hizo la otra noche Iñaki Gabilondo en Cuatro y nos hemos enterado porque se dejaron abiertos los micrófonos al terminar. Por ello hemos sabido que al periodista le preocupa que pueda ganar el PSOE, lo cual ya sospechaba cualquiera con dos dedos de luces, y que el presidente del Gobierno necesita dramatizar sus mensajes para mejorar en las encuestas preelectorales. Que tampoco es una sorpresa para nadie. Lo que tiene la confesión del candidato socialista de preocupante no es, por lo tanto, el hecho noticioso en sí, sino el cinismo que revela. Zapatero lleva cuatro años acusando al PP de crispar la vida política y un montón de mítines electorales en las últimas semanas culpando a la derecha de tensionar la campaña. Pero no lo hace porque piensa que eso es así, sino en busca de movilizar a los suyos. De ahí que le veamos por televisión tan exaltado, tan fuera de sí, hablando de ’la derecha reaccionaria’, de ’los obispos crispadotes’ y de esos demonios antidemocráticos con los que pretende dos cosas: una, darnos miedo; dos, animar al PP a contestarle y de esa manera inyectar tensión al debate.


Los socialistas van a tratar de gritar, asustar, provocar. Los populares, a debatir y serenar Los populares, que ya saben de las intenciones del presidente, callan frente a cada provocación. Se les nota más tranquilos, haciendo esfuerzos para no entrar al trapo que les colocan los socialistas cada mañana. Su esperanza es que esta campaña electoral resulte tan plana que muchos votantes se queden en su casa el 9 de marzo por falta de ganas de votar. A más participación, más posibilidades para el PSOE de alzarse con la victoria. A menos, mayores probabilidades de que Rajoy se gane la plaza de La Moncloa. En las tres semanas y pico que quedan de campaña notaremos que en ese punto es en el que se encuentra la tensión entre los dos grandes partidos. Los socialistas van a tratar de gritar, asustar, provocar. Los populares, a debatir y serenar. Y el que gane ese pulso será el triunfador de las elecciones.

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