Opinión

(Des)interés por los jóvenes

El Concello de Ourense no sólo vota este viernes si prohíbe el botellón y el consumo de alcohol en las calles, sino que se trata de la oportunidad para demostrar su interés por los jóvenes. La “Ordenanza reguladora de la convivencia y la protección de la salud derivada del consumo, venta, publicidad y promoción de bebidas alcohólicas en el espacio público” necesita del apoyo de las fuerzas de la oposición para salir adelante, aunque PSOE, Ourense en Común y DO han amenazado con no respaldarla con el pretexto de que la norma es incompleta y existe premura. La disculpa, quizá por un mal entendido cálculo electoralista, retrata la desidia de los partidos que aspiran a gobernar la ciudad. La Región ya reclamó medidas contundentes en un editorial publicado en noviembre de 2017 y durante todo este tiempo ha testimoniado las quejas de los afectados por el ruido y la basura, además de las reclamaciones de las asociaciones de vecinos. En noviembre del año pasado se aprobó el proyecto de ordenanza en junta de gobierno, los partidos han podido presentar enmiendas y resulta incomprensible que ahora se busquen escusas en vez de adoptar soluciones. Llega con escuchar a la calle para despejar cualquier duda. 

No se puede esperar a que suceda una muerte por intoxicación etílica, como la de la niña de 12 años fallecida a finales de 2016 en la localidad madrileña de San Martín de la Vega, para acabar de una vez con todas con una permisividad suicida. Según datos del Plan Nacional sobre Drogas, el 74% de los menores de 14 años han probado alguna bebida alcohólica. Resulta intolerable disculpar el consumo temprano o naturalizar el ocio alcohólico de los adolescentes, porque lo que se justifica como travesura juvenil puede acabar en dependencia de sustancias peligrosas o en actos delictivos. Y claro que el problema tiene remedio, pero no se conseguirá mirando para otro lado o esperando a que pasen las elecciones por miedo a perder un puñado de votos. Toda la sociedad está llamada a librar esta batalla, ya que no sólo se trata de preservar la salud de los menores, sino de apostar por un modelo de vida y de convivencia saludable. Tampoco se puede permitir el consumo de alcohol de los jóvenes y no tan jóvenes en calles, plazas y parques, sin respetar en ocasiones las zonas de juego de los niños. El ejemplo es devastador si pretendemos crecer como sociedad. Para alternar están los locales de hostelería, tal y como se ha hecho desde siempre. La calle es de todos y el consumo de alcohol debe ceñirse en ellas a fechas festivas y señaladas, tal y como es costumbre y tradición. 

Galicia aprobó en 2010 la Ley de Prevención de Consumo de Bebidas Alcohólicas en Menores, elevando la prohibición de la ingesta y venta a los 18 años, pero el instrumento cojea al delegar en los concellos el cumplimiento de las sanciones porque muchos de ellos no cuentan con ordenanza municipal al respecto, como en Ourense. Santiago, ciudad universitaria por excelencia, atajó con una norma inflexible la práctica del botellón y la consiguiente basura en su casco histórico, como sucede cada fin de semana o víspera de festivo en Ourense. 

Es comprensible que los jóvenes crean en estos momentos que se les tiene manía, pero cuando se asomen dentro de unos años para comprobar qué están haciendo sus hijos durante el ocio nocturno asumirán un reproche parecido y agradecerán que otros se hayan preocupado a tiempo por su futuro, si es que los políticos no quieren seguir ciegos.

Te puede interesar