Opinión

EDITORIAL | PSOE y PP: basta ya de jugar con Ourense

Como un preso en la cárcel, Ourense va marcando las jornadas perimetrada en sus fronteras por el covid y confinada en el Concello por la abulia de la oposición. Lo primero ha agotado a hostelería, proveedores y comercio. Lo segundo abochorna a los ourensanos, estupefactos al ver el juego táctico de PSOE y PP, cómplices por obra y omisión del minigobierno. Dos meses y medio después de volar el pacto, el panorama es nítido: la ciudad se desespera lanzando preguntas, los dos partidos con el músculo y los concejales necesarios para responderlas se esconden en retaguardia y los tres ediles al frente siguen en su huida hacia ninguna parte.

El PSOE está obligado a buscar alternativas. Tiene detrás a las catorce mil quinientas personas que lo convirtieron en el vencedor de las municipales. No puede permitirse estar otros dos años y medio en la oposición si tiene a corto plazo la posibilidad de llevar a cabo sus propias políticas. El exalcalde Paco Rodríguez fue nítido pidiendo altura. La debilidad interna de Villarino puede dificultar las maniobras, pero eso tampoco es excusa para su inmovilismo. Como tampoco la tiene el PP. Entró en un gobierno en el que no debería haber estado y salió espantado. El veto al líder socialista sonó como una excusa para intentar contener la presión, y ahora decir que en realidad se vetó a sí mismo bordea la provocación. Los populares deben a la ciudad un futuro y no están en disposición de bloquear al candidato más votado, como tampoco lo está el PSOE en ponerse estupendo con posturas de máximos que suenan estratégicamente diseñadas para espantar al contrario. Ahora, la credibilidad de ambos partidos quedaría definitivamente hundida si no son capaces de armar una respuesta. Porque, ¿cuál es la alternativa? ¿Esperar al 2023? ¿Aguardar la intervención judicial? ¿Calcular los beneficios del tancredismo o de recuperar la desterrada coalición? Son hipótesis y futuros inadmisibles. Dejen ya de poner los intereses propios por encima de los colectivos. No esperen que la justicia -que debe actuar con celeridad para no repetir errores del pasado con cuota de responsabilidad en estos lodos- vuelva a ocupar el espacio reservado a los elegidos en las urnas. Ante un gobierno fallido, los que pueden voltearlo deben sentarse a hablar y no seguir entonando palabras tan huecas como es el propio proyecto de Jácome. A PSOE y PP toca arreglar fricciones personales, armar la moción de censura y luego conformar el gran pacto o situar a los socialistas en minoría buscando apoyos puntuales. Siempre teniendo en claro que la ciudad no puede soportar más luchas intestinas, experimentos ni personalismos. Tampoco necesita héroes. Solo políticos que hagan su trabajo. Aprobar el PXOM y los presupuestos año a año, diseñar nuevas ayudas para los más vulnerables y escuchar a todos los actores sociales, renovar las concesiones caducadas y a la propia ciudad. 

Para acentuar la celeridad de la urgencia del cambio en la Praza Maior se suceden dos serios agravantes. El primero es una terrible crisis económica que amenaza el futuro de muchos ourensanos y que el Concello debe afrontar en las mejores condiciones. Es atronador el silencio de la clase política en estos días de restricciones sanitarias y agonías económicas, y alarmante la ausencia de planes para un 2021 que será crucial para el futuro de la ciudad. El segundo factor es la propia gestión del alcalde y todas sus derivadas, tensionando con su falta de cualquier ética todavía más su falta de legitimidad. Un alcalde sin mensaje y con una ristra de problemas judiciales en su primer tercio de mandato, que se salta hasta el confinamiento mientras guarda como única esperanza que socialistas y populares mantengan su enroque suicida.

Porque, mientras, las costuras se rompen y las grietas aumentan. Por higiene democrática y lógica aritmética, cada día que pasa Jácome en la alcaldía es una piedra que se debe apuntar en el ya importante debe de los dos partidos-núcleo de la política ourensana. Entre ambos se han repartido todas las victorias electorales en la ciudad desde 1983 y han liderado políticamente, con todos sus aciertos y errores, su modernización. Ahora, en los peores días de Ourense en democracia, se han puesto de perfil para ver el incendio urbano con las manos en los bolsillos y silbando una marcha fúnebre. Llegados a este punto solo hay dos caminos: política municipal o barbarie institucional. Y para evitar lo segundo no dejaremos de reivindicar la eterna validez de lo primero. PSOE y PP deben reaccionar. Y si no, sus responsables tendrán que apartarse y dejar que otros solucionen lo que ellos no han podido o sabido arreglar. La ciudad no puede seguir secuestrada y los ourensanos, aún silenciosos, están tomando nota de todo. 

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