Opinión

El futuro de Ourense, en juego

La era Jácome ha tocado a su fin gracias al ejercicio de un derecho fundamental, la libertad de informar

La suerte está echada. El domingo la ciudad se juega su futuro. Las urnas decidirán si Ourense continúa subyugado por una minoría absoluta o hace borrón y cuenta nueva para apostar por un Concello sólido, solvente y capaz de devolvernos al lugar que le corresponde a la tercera ciudad de Galicia, hoy la mejor comunicada y a la que se le abren más oportunidades de progreso.

Los hechos desvelados en los días previos a la campaña han sido de enorme utilidad

Hemos asistido a una campaña acorde con lo que han sido estos cuatro años de mandato, marcados por el escándalo y la falta de dignidad en la vida institucional. Habrá quien se haya divertido por el camino y mantenga la intención de volver a decantarse por el show, el show business, en este caso. Está en su legítimo derecho y lo hará con más consciencia que nunca. Los hechos desvelados en los días previos a la campaña han sido de enorme utilidad para conocer a fondo a quien, por una absurda carambola política, ha sido alcalde durante cuatro años. Las urnas van por un lado y la Justicia por otro, y a ritmos dispares, pero lo cierto es que sean cuatro o seis, uno o siete, los concejales que obtenga, por obra y gracia de su propia locuacidad, se presenta a las elecciones convertido en un zombi, sin recorrido político más allá del 28-M.

Las denuncias llegadas a las juzgados apuntan a organización criminal, falsedad documental, financiación ilegal de partidos, malversación, cohecho, tráfico de influencias…

Denunciado en los juzgados por todos los partidos de la oposición, incluido el que en el pasado le facilitó el bastón de mando, ha quedado aislado, con la sospecha de un amplio y diverso catálogo de delitos cargando en esa mochila amarilla que tanto le gusta lucir. Las denuncias llegadas a las juzgados apuntan a organización criminal, falsedad documental, financiación ilegal de partidos, malversación, cohecho, tráfico de influencias… Cierto que ha de ser la Justicia la que dirima si existen tantos delitos como el propio alcalde parece autoimputarse en los audios, pero de llegar a confirmarse estaríamos hablando de inhabilitación y penas de hasta seis años de cárcel. Eso se verá, pero lo que ya se ha visto es que la política, la que representa a una inmensa mayoría, y la sociedad ya lo han sentenciado. Ocurra lo que ocurra en la urnas, la era Jácome ha tocado a su fin, y todo ello gracias al ejercicio de un derecho fundamental, la libertad de informar. Él mismo se ha retratado como el rey del enchufismo, el mago del caciquismo, como un obseso compulsivo de la mentira, un personaje sin vergüenza ni límites morales. Un gamberro de la política que seduce a quienes son como él, pero también a los ingenuos y a no pocas personas de buena fe pero desinformadas. Si esto ha ocurrido en cuatro años, imagínense qué sería lo siguiente.

Cuanto más informado -da igual cuál sea su periódico de cabecera-, más libre será su sufragio

Sin una buena información, sin libertad de prensa, no existiría esa democracia que el domingo le permitirá a usted votar con absoluta libertad y esta vez con mejor conocimiento del escenario político. Cuanto más informado -da igual cuál sea su periódico de cabecera-, más libre será su sufragio, más reflexionado su voto y más prospera la sociedad en la que vive. No es casualidad que los países más desarrollados del mundo sean líderes en lectura de periódicos. ¿Es eso lo que queremos ser? ¿Ciudadanos en la senda del desarrollo? ¿O preferimos equipararnos a los arrabales de repúblicas bananeras, donde nuestra supervivencia se resigne con una bolsa con comida del economato o un vale gubernamental?

No cometa el error de pensar que su voto no vale nada o está generosamente pagado con un bono de cien euros

Lo importante, en definitiva, es que vaya usted a votar informado, en conciencia, en blanco, a izquierda o a derecha, pero pensando en el futuro de la ciudad que usted y sus hijos van a sufrir o a disfrutar. No cometa el error de pensar que su voto no vale nada o está generosamente pagado con un bono de cien euros. Su voto no tiene precio. La democracia es una cosa muy seria y el sufragio libre, su quintaesencia. Vaya a votar.

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