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Mejor que viniese Puigdemont

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El Ministerio de Transportes acaba de adjudicar las obras de la estación intermodal. La noticia, tan importante como oportunamente anunciada en la víspera del inicio de la campaña electoral en Galicia, ha sido debidamente aprovechada como gran logro del actual gobierno por parte del presidente Pedro Sánchez en el mitin en el que el sábado participó en Ourense arropando al candidato socialista a la Xunta de Galicia

Una obra que sufre, como todas las que el Gobierno realiza en Ourense, del mismo mal del retraso crónico

Y en verdad, habría sido un gran logro hace cuatro años, aunque también fuese víspera de campaña electoral, que fue cuando se prometió una obra que sufre, como todas las que el Gobierno realiza en Ourense, del mismo mal del retraso crónico que padecieron también la línea de alta velocidad y otras muchas infraestructuras, algunas de las cuales todavía permanecen en el limbo.

Los oradores vienen a hablar y no a escuchar

El problema de los mítines es que los oradores vienen a hablar y no a escuchar. Quizás porque no les conviene saber lo que piensan los ciudadanos de las promesas incumplidas. El ejemplo palmario es la autovía A-76 que el PSOE prometió a Ourense en 2004 para conectar la capital de la provincia con la comarca de Valdeorras. Veinte años después de aquella promesa, también electoral, la autovía arranca tímidamente, pero no en la dirección prometida en varias campañas que han discurrido desde entonces, tanto por presidentes y ministros del PSOE como del PP, sino entre O Barco y Ponferrada. De esto no habló Sánchez a su público afín. ¿Será que el alcalde de O Barco, que es de su mismo partido no le ha sabido reclamar esta promesa, que lleva diez años escondida en el cajón de algún despacho, sin que se haya tenido una sola noticia positiva sobre ella desde que fue aprobado el estudio informativo en 2014? Porque el alcalde modula su discurso según quien gobierne en Madrid, como lo hacen esos diputados de uno u otro partido, que cumplen legislaturas atados al escaño por el mérito de vociferar cuando les toca hacer oposición o callan sumisos cuando son los suyos los que gobiernan. Responden a una perversa disciplina partidista y no a la voluntad de los votantes, obligados a votarlos en listas cerradas hechas a medida del partido. Distintas serían las cosas con unas listas abiertas en las que el voto fuese a la persona y no a sus siglas, pero esta es otra historia y merece capítulo aparte.

El caso es que Sánchez no venía a escuchar esto, ni que tememos que suceda lo mismo con los tramos de la variante exterior de alta velocidad que están sin licitar y que también permanecen en un cajón del Ministerio de Transportes, ese cajón que parece reservado a las obras prometidas a la provincia de Ourense.

Tampoco vino a escuchar la preocupación de los ciudadanos por un gobierno que a pesar de presumir de progresista es cautivo de la extrema derecha independentista, acaudillada por un fugado de la justicia que desde Waterloo ha conseguido que le condonen la deuda a Cataluña, que le den competencias en inmigración y que le traspasen las cercanías ferroviarias mientras en Galicia no solo no hay cercanías, es que no hay trenes que cumplan con la los trayectos de obligación de servicio público entre Ourense y Vigo o entre Ourense y Valdeorras. Y qué decir del daño que todo esto causa a su propio partido en la provincia, todavía en reconstrucción tras la infame actuación de una justicia que lo expulsó de la alcaldía y necesitado de apoyo interno y externo. Concurre el PSOE con una cabeza de lista a las autonómicas por Ourense solvente y de trayectoria intachable, pero tocada por esas decisiones que han convertido la política nacional en una subasta por el poder, donde el único límite es la supervivencia del líder.

 Pedro Sánchez no prometió nada en el mitin de Ourense. Ni habló de Ourense 

Contrariamente a lo que se podía esperar, Pedro Sánchez no prometió nada en el mitin de Ourense. Ni habló de Ourense. Lo dicho en Expourense servía para un mitin en Guadalajara, en Teruel o en Alcalá de Henares. Tampoco se echaron de menos sus promesas, porque de haberlas formulado, tendrían la misma credibilidad que ha tenido la realizada con la autovía Ourense-O Barco en 2004 y en todas las elecciones que vinieron después, o el anuncio a bombo y platillo de la Intermodal en 2019, en 2020 e incluso en las municipales de 2023. Y la autovía a Lugo y el museo arqueológico y el saneamiento del Barbaña... 

El caso es que Sánchez no prometió nada, sea por desidia o porque es consciente de que no podrá cumplir nada si Junts per Catalunya no quiere ¿Quién le iba a decir al presidente, tan dado a descalificar a su oposición tildándola de extremaderecha, que sería la extremaderecha catalana, esa que intenta blanquear bajo el conglomerado de coalición progresista, la que le marcara el paso? Porque tal como se ha venido demostrando en los pocos meses que lleva en marcha esta legislatura, está en manos de esa derecha radical independentista, que será quien maneje los destinos de este gobierno mientras le sea de utilidad.

Tal vez hubiera sido mejor que el mitin del sábado lo diese Puigdemont.

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