Opinión

Sin periodismo local, ni territorio ni democracia

El estado de Nueva York acaba de marcar un hito al crear una partida de su presupuesto para el año 2025 para apoyar a los periódicos locales. La gobernadora de ese estado, la demócrata Kathy Hochul ha dado así cumplimiento casi instantáneo a una ley aprobada por la cámara legislativa estatal apenas unas horas antes: la Ley de Sostenibilidad del Periodismo Local. Gracias a ella, el presupuesto del estado de Nueva York consignará 30 millones de dólares para financiar la mitad del salario de los periodistas de los medios locales en dicho estado.

Los diferentes estados miembros deberían destinar parte de los fondos de recuperación y resiliencia, los conocidos como Fondos Next Generation para impulsar la transición digital y ecológica de este sector

Contrasta esta diligencia con la lenta reacción europea ante el mismo problema. En diciembre de 2020, la Comisión Europea redactó un plan de acción para apoyar la recuperación de los medios de comunicación tras la covid en el que se señalaban las directrices con las que los diferentes estados miembros deberían destinar parte de los fondos de recuperación y resiliencia, los conocidos como Fondos Next Generation para impulsar la transición digital y ecológica de este sector. Un sector que la propia Comisión consideraba estratégico y fundamental. Pero además de su valor económico el documento antes citado reconoce el carácter de bien público que representan los medios de comunicación en la preservación de la democracia y de la diversidad cultural. Un bien público que requiere de mucho tiempo para su consolidación. Años e incluso décadas para lograr su implantación y ganar la confianza de sus lectores.

En España ni un solo euro de los fondos Next Generation ha llegado a ninguno de aquellos objetivos señalados

A pesar de todas esas buenas intenciones, escritas sobre el papel el 3 de diciembre de 2020, nada de lo comprometido se ha materializado. En España ni un solo euro de los fondos Next Generation ha llegado a ninguno de aquellos objetivos señalados, entre los que se ponía el foco en los medios de comunicación de carácter local, como garantes de la defensa de primera línea de los territorios cercanos al lector y al espectador. El contraste entre Estados Unidos y la Unión Europea no puede ser más abrumador y a la vez desalentador: lo que en el estado de Nueva York se ha pasado del papel al presupuesto en apenas unas horas, en nuestro país llevamos esperando tres años y medio.

Faltan incentivos para encarar una transformación digital que ha convertido en más vulnerables a los medios locales obligados no solo a responder a los usuarios de su soporte tradicional

Y el problema no solo se queda en la inacción de la Unión Europea o en su incapacidad para materializar un buen propósito más allá de una simple declaración de intenciones. La cuestión está en la discrecionalidad con la que los poderes públicos abordan su relación con los medios informativos privados con que inyectan miles de millones en medios de comunicación públicos que solo transmiten al lector lo que le interesa al gobierno de turno. Faltan criterios transparentes, regulados y normativizados que fijen por ejemplo el reparto de las campañas de publicidad institucional. Faltan incentivos para encarar una transformación digital que ha convertido en más vulnerables a los medios locales obligados no solo a responder a los usuarios de su soporte tradicional, el papel o la emisora de televisión o de radio, sino también a los de sus ediciones digitales, un mayor esfuerzo con un menor ingreso publicitario porque éste se ha diluido en un universo global en el que los grandes grupos tecnológicos que dominan internet se hacen con la mayor parte de la publicidad, sin apenas esfuerzo y sin control veraz de que las noticias que difunden a través de sus buscadores sean veraces o estén contrastadas.

Somos un sector que, en su conjunto, representa el 3 por ciento del PIB de la Unión Europea. Más del doble que el sector agrícola y ganadero, que sin embargo cuenta con ayudas estructurales, perfectamente definidas y reguladas desde hace más de cincuenta años como es el caso de la PAC.

Al cabo de no muchos años empezaremos a ver cómo la España vaciada comienza también a convertirse en un desierto informativo

El periodismo local es el último garante de que la información pegada al territorio, la que cuenta lo que sucede a nuestro alrededor, llegue a existir. Si no se aplica un modelo de financiación, de incentivos fiscales, de regulación de la publicidad institucional que tenga en cuenta este aspecto tan relevante, que sea consciente de que incluso los costes de producción y de difusión de la información es mucho mayor allí donde la población está más dispersa al cabo de no muchos años empezaremos a ver cómo la España vaciada comienza también a convertirse en un desierto informativo. Y si eso sucede, desaparece la información, el apoyo a la cultura y a las iniciativas locales, a su tejido económico, agrícola, industrial… a sus señas de identidad, en definitiva, a su propia existencia. Y ya nadie habrá que luche para combatir las desigualdades territoriales, que alerte para prevenir los abusos o poner freno a sátrapas y reyezuelos locales que, sin un medio que los vigile camparían impunemente. Sin periodismo local no hay democracia. Al menos en Nueva York ya se han dado cuenta.

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