Opinión

Urbanismo-ordenación do territorio

Desde siempre cuando hablamos de urbanismo, pensamos en construcción, en normas que determinan dónde se puede construir, cuánto o de qué modo. Seguimos imaginando, a pesar de la crisis, cómo conseguir más viviendas, dotaciones e infraestructuras sin ponernos muchos límites. Se entienden los planes generales como simples instrumentos para la concesión de licencias, “hacedores” de licencias.

Sin embargo, nuestra obligación, la de los que nos representan, es generar proyectos que entiendan el territorio en su totalidad, cómo ha llegado a ser, cómo es, hacia dónde debe ir y cómo debe hacerlo, puesto que actuamos sobre un recurso finito, el territorio.

La tarea de redactar planeamiento es una tarea casi inabordable para los municipios pequeños, por multitud de circunstancias, muchas de las cuales ya fueron expuestas durante el proceso de gestación de la nueva Ley del Suelo. Además del grado de complejidad administrativa, consideraba la cantidad de informes técnicos (se habla de treinta) y la falta de medios técnicos y humanos en las administraciones, especialmente en las municipales.

Pero, sobre todo, está la falta de voluntad, una voluntad decidida de aprobación, sin que afecten los cambios de gobierno o las modificaciones en la legislación derivados de mudanzas en los gobiernos autonómico o estatal. Como resultado, la falta de planeamiento municipal.

Existen en Galicia 65 ayuntamientos sin Plan, de los cuales 51 tienen menos de 5.000 habitantes. A los anteriores se añaden los que tienen planes antiguos, no adaptados, y por lo tanto casi inoperativos. La nueva ley pretende ayudar a los ayuntamientos a dotarse de algún instrumento de planeamiento sin que ello derive en un complicadísimo proceso o tramitación que se prolongue en el tiempo. Incide en el urbanismo municipal con el Plan General de Ordenación Municipal como pieza fundamental. Pero, además, crea los planes básicos municipales para esos municipios de menos de 5.000 habitantes sin complejidad urbanística, planes que reconocen lo existente sin prever crecimientos ni dotaciones. En estos casos, sólo delimitan núcleos existentes, suelo urbano y suelo rústico con sus protecciones. Sin embargo, cuando un municipio quiera crecer, mejor dicho, cuando deba crecer, necesitará una hoja de ruta algo más compleja: un Plan General de Ordenación Urbana.

Cuando la ley se apruebe, la Administración Autonómica deberá redactar estos planes básicos. Tarea compleja con los medios técnicos de los que dispone en la actualidad. Si lo consigue parece probable que se solvente el importante problema del día a día de nuestros pequeños ayuntamientos. No obstante, aprovecho esta oportunidad para decir que los arquitectos estamos obligados a repetir sin descanso que la finalidad de la planificación urbana no es solo “construir”, si no definir ese proyecto urbanístico global, apoyado en aquello de lo que venimos y orientado hacia el espacio que queremos para vivir (hoy y mañana). Sin perder de vista que se trata de la gestión de un recurso que no es infinito, que está tasado: el Territorio.
 

Te puede interesar