Opinión

EL DÍA DEL SEMINARIO

En este Año de la Fe, el Día del Seminario tiene por lema: 'Sé de quien me he fiado', palabras de San Pablo a su discípulo Timoteo, un pastor que se hizo apóstol al lado de San Pablo. En las dos cartas que le envía Pablo lo trata como 'un verdadero hijo en la fe'; la fe es un regalo impagable que hemos recibido de Dios en el seno de la Iglesia. Son necesarias personas que prediquen y con su conducta hagan presente este 'horizonte' en los tiempos que nos tocó vivir.


Hoy hay una apostasía colectiva y silenciosa. La juventud vive al margen de la fe. En cada época hay nuevas situaciones que exigen una nueva evangelización y esto pide nuevos métodos pastorales, nuevas expresiones y nuevo 'ardor' apostólico.


Hoy, en nuestros seminarios se forman jóvenes que como Timoteo aprenden muchos testimonios de los que es necesario fiarse. Los seminaristas no ignoran la aguda crisis que se vive en nuestras parroquias. Hoy necesitamos personas de fe para que no disminuya la caridad. Necesitamos pastores que den a la situación actual respuestas de fruto de un verdadero encuentro con Jesucristo, con la convicción de que 'saben de quien se han fiado'. Son necesarias personas que prediquen, que den testimonio y hagan presente el rostro de Dios y que sean 'reververos' de Jesucristo. Es necesario hacer una nueva evangelización como nos dijo en la pastoral '¡Queremos creer!' Personas que hagan llegar la palabra de Dios a los 'nuevos areópagos' y a sus atrios, esto es, a los nuevos púlpitos del mundo de la ciencia, de la lectura, de los medios de comunicación, a los ambientes en los que crecen las élites intelectuales y a los ámbitos donde se mueven los filósofos, los escritores y los artistas. Hacen falta sacerdotes y laicos que luchen por el alma del mundo contemporáneo.


Nuestros seminaristas tienen que ser jóvenes como los de su generación y de su tiempo. Este Año de la Fe, el Día del Seminario nos pide la presencia de seminaristas con virtudes humanas y buena formación. Seminaristas alegres, sanos, piadosos, deportistas, intelectuales, inteligentes y serviciales. Esta es la mejor campaña vocacional permanente que se puede ofrecer en el mundo de hoy para no caer en el individualismo radical, ni en el ateísmo, ni en un vano misticismo religioso propio del agnosticismo y del sincretismo. Este año, el Día del Seminario nos pide orar, interesarnos y colaborar para que los futuros pastores de nuestras comunidades puedan comunicar la experiencia de Dios y puedan decir: 'Sé de quien me he fiado'.


Junto con la oración y con la colaboración con el seminario, hemos de saber crear una conciencia vocacional en el conjunto de la comunidad cristiana. Somos iglesia, para ser servidores los unos de los otros. También deberíamos reflexionar profundamente a la luz de la palabra de Dios y del mundo de hoy, sobre cuales son las necesidades ministeriales de nuestras comunidades y a qué persona o personas pueden confiar estos ministerios.


Sé que os gusta mucho este mensaje; también sé que coincide con vuestros íntimos sentimientos, por eso me atrevo a invitaros que penséis si no os pedirá Dios que lo hagáis realidad orientando vuestra vida al estado sacerdotal. Ojalá tú y otros jóvenes de los que hay muchos (aunque no lo parezca) penséis siempre en la felicidad de esos hogares y en la animación de esas comunidades sin pastor, y que os decidáis con la mayor ilusión a ser sacerdotes para el mundo de hoy que tanto os necesita.


Que San José os ayude a hacer realidad cuanto estamos diciendo, para mayor felicidad vuestra y para mayor gloria y bien de la Iglesia.

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