Opinión

LA OURENSANIA, MOTOR DEL MOVIMIENTO GALLEGUISTA

José Manuel Baltar Blanco, en su libro 'Falemos de Ourensanía', intenta hacer un memorial de ourensanismo actual y exponer un pensamiento galleguista válido para el momento que nos toca vivir. Es un elenco de propuestas a tener en cuenta. Nos dice que ourensanísmo y galleguismo fueron siempre coincidentes. Hablar de Ourense es hablar del motor del pensamiento galleguista moderno, europeísta y universal o de la ourensanía. Se rige por las propuestas hechas por los hombres de la generación 'Nós', pero las adapta a nuestros días. Descubre un nuevo campo y da nuevas respuestas al pensamiento galleguista ourensano. Cuando habla de Ourense habla de sus gentes y del medio geográfico. El Ourense que nos propone pide hombres que tengan capacidad de pensar, de poder dar soluciones a nuestros problemas. Hombres que teniendo a Ourense como bandera podamos pensar y ponernos al día.


No podemos seguir vistiendo la camiseta de los partidos políticos. Tenemos que vestir la del Ourense perdurable. La ourensanía quiere recoger el espíritu que un día fue triunfador en los más diversos ámbitos de nuestra comunidad histórica y de nuestro compromiso con Galicia. Cuando habla de los políticos, nos dice que los principales valores que deben tener son el trabajo, la dedicación y el sentido de la lealtad. La ourensanía es un sentimiento propio de los ourensanos, pero no excluyente. El perfil del ourensano es el de un hombre triunfador en los más diversos campos: un hombre trabajador, emigrante y creativo.


Tenemos ejemplos de orensanos triunfadores en los campos como el empresarial, el económico, el cultural, el artístico y el social.


Capítulo central del libro son las diputaciones, de las que Baltar estudia el nacimiento y la evolución histórica. Hace un estudio serio y profundo de ellas, a la par que una defensa a ultranza de las mismas y nos las propone como una herramienta de solidaridad, de progreso y solución para el presente y para el futuro. La Diputación tiene que existir siempre, porque son un ente político-administrativo que defienda nuestros intereses. Pero explica que esta institución ha quedado anacrónica y anquilosada, y para que siempre puedan pervivir propone tres reformas:


Régimen Electoral: Las diputaciones deben dejar atrás el sistema de elecciones indirectas de los presidentes y de los diputados, utilizando como circunscripción la provincia, y convertirlas en asambleas de elección directa para ganar legitimidad democrática.


Régimen Competencial: Las diputaciones tienen dos grandes funciones: apoyar a los concello y defender a la provincia. Tienen que dar respuesta a cualquier petición municipal y por ello deben contar con una reforma que afecte a las competencias provinciales, evitando el sistema de listas cerradas, de comportamientos y servicios impropios, pero sin menospreciar las competencias de los concellos.


Régimen Financiero: En este capítulo del juego democrático, las diputaciones deben adoptar el papel de garantizar el efectivo cumplimiento de las competencias municipales, pero sin duplicidades ni solapamientos. Deben participar en los tributos de las comunidades autónomas. Deben racionalizar el gasto público y propiciar la fusión de concellos, lo que exige una reorganización clave. Pero la unificación no debe significar desaparición, ni pérdida de identidad. Deben trabajar para conseguir un crecimiento ordenado y racional.


Las reformas hay que hacerlas desde la base de un consentimiento amplio. La diputación debe ser el eje vertebrador de una provincia líder de diversas fuentes de economía como son la exportación de la pizarra, un régimen de cooperativas importantes en España como es Coren, una de las mayores riquezas del patrimonio artístico, varias denominaciones vitícolas de origen, cuna del termalismo... En una palabra, una provincia atractiva para turistas e inversiones.

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