Opinión

23 Febrero 2014

Jordi Évole, responsable del programa “Operación Palace” emitido el pasado domingo por La Sexta, propiedad del Grupo Planeta, se explica así: “Nos hubiese gustado contar la verdadera historia del 23F, pero no ha sido posible. El Tribunal Supremo no autoriza la consulta del sumario del juicio hasta que hayan transcurrido 25 años desde la muerte de los procesados o 50 años desde el golpe”. Nada reprochable en su explicación, pero siempre la acción humana tiene peros y en este caso también existen. Empecemos por reconocer que la forma, el guión y realización fueron, en mi opinión, impecables técnicamente. Más despreciable su insolencia al ofrecer una supuesta verdad utilizando el nombre del personajes relacionados con el tema expuesto que han muerto y no pueden contestar a las hipótesis defendidas por el imitador de Orson Welles. Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Sabino Fernández Campos, entre otros, no hubieran tolerado el juego del intrépido reportero.

 

Por cierto, vergüenza les debe dar, creo que la tienen, a los que se han prestado a jugar en la farsa del “Evole show”. Las dudas sobre quiénes y por qué organizaron realmente aquel triste acontecimiento existen, vaya que si existen. En aquellos meses la situación de España era mala, tan mala como puede volver a ser en un corto plazo si las irresponsabilidades políticas de muchos se siguen dando y las tensiones disgregadoras no son contenidas.


Había sido nombrado rey de España Don Juan Carlos de Borbón tras jurar las Leyes Fundamentales del Régimen, y no fue bien recibido por la izquierda. “¡Muera el rey fascista!”, se gritaba con descaro. El prestigioso líder comunista Santiago Carrillo había declarado anteriormente a Oriana Fallaci para “El Europeo”: “El príncipe es una marioneta que Franco mueve como quiere, un pobre hombre incapaz de toda dignidad y sentido político, un simplón que se ha metido hasta el cuello en una aventura que le costará cara. ¿Qué posibilidades tiene? A lo sumo, rey durante unos meses”. (Olé por el visionario Don Santiago.) Por otra parte, los sectores que bautizaron en coña a Don Juan de Borbón, el padre de Don Juan Carlos, como Juan Tercero Izquierda, bramaban por las calles aquello de “¡¡no queremos reyes idiotas!!”. Los acontecimientos del 23 de febrero de 1981 y la espontánea y gallarda reacción de don Juan Carlos valió su reconocimiento y adhesión “temporal” del pueblo español. El rey tuvo el valor y la dignidad de controlar y dejar castigar a los militares golpistas, casualmente notorios monárquicos. Ya lo previeron los romanos: “Cui bono”; y un andaluz, Séneca, afirmó: “Cui prodest scelus, is fecit”.

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