Opinión

Moisenet… "baixant 
de la Font del Gat"

Pienso en mi querida Catalunya-Cataluña-Catalonha de donde procede mi primer apellido y en sus gentes honestas y trabajadoras y muy especialmente en los que vieron en "un tal Jordi Pujol" a un Moisés con barretina, algo bajito pero alto en capacidad negociadora e inteligencia sin par; un hábil "aprovechategui" del sistema electoral español que siempre sacaba tajada en cuanta negociación participaba directamente o mediante sus gardingos.

Jordi Pujol, Moisenet, una “casta política y familiar”. Cuanto hacía, siempre lo era por y para Catalunya su "tierra prometida, ¡eso creíamos!, craso error. Cuando fue asediado por sus oscuras maniobras realizadas en Banca Catalana allá por los años setenta del siglo pasado, se envolvió en la senyera, tapó su ilustre calva con la barretina y culpó de todo a la fobia que por Catalunya se sentía en el resto de la Piel de Toro. Moisenet, mintió y le salió bien. Un tal Gonzalez mandó mirar para otro lado y Jordi creció.

Un tal Maragall en el Parlament señaló que una perversidad en "la tierra prometida" era la necesidad de pagar un 3% de peaje para conseguir contratos públicos y ¡oh, mi Dios! nada pasó. Otro bajito de tierras del Cid manifestó, supongo que con cara de poker y para satisfacer a Moisenet... y tener su apoyo: "Yo hablo catalán en la intimidad" supongo que, más o menos, como el "relaxing cup" de su ilustre señora.

Uno, a por el voto y el otro, cómo el anuncio: "todo por la pasta". La putrefacción social creció, recuerdo un nombre entre muchos y su frase preferida: “L'ocell, a la gàbia” (El pájaro, en la jaula) era lo que decía Pascual Estevill, juez de la casta y prevaricador, cuando enchironaba a alguien. Más un día le llegó la hora al mozo de las puñetas y por firme condena él se convirtió en: “L'ocell, a la gàbia”. No me ensañaré citando chorizadas de la “casta”, son tantas y variadas que no caben en estas líneas. La mierda creció y la familia y miembros de “la casta”, supuestamente cegada por la codicia, aprendió a rentabilizar la idea una Catalunya propia en la que “ahorrar pelas” en paraísos fiscales sería más fácil y ¡hala! a aprovecharse de Casanova, a montar cadenas humanas en pro de todo aquello que facilitase exacerbar los ánimos de honrados ciudadanos a los que la ilusión les movió, y todo ¿para qué?

Al final Moisenet, el Jordi sagaz y marrullero, sabiendo que está acorralado ha decidido cantar, pero no el adiós a la vida que hubiera sido un acto de honor para un honorable pero, ¿qué es eso, el honor?. Jordi pensó y entonó parcialmente aquello de ¡Donde están las llaves, matarile, rile, rón.

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