Opinión

El desquite de dos exministros

Dejó escrito el filósofo que toda realidad ignorada u ofendida vuelve para cobrarse venganza. Abundan los ejemplos de políticos que, bien por despecho o porque el tiempo diluye lealtades, un buen día cuentan cosas que permanecían ocultas. Esta semana ha coincidido que dos ex miembros del Consejo de Ministros que lo fueron hasta su destitución han contado cosas que retratan rasgos muy llamativos de la personalidad de Pedro Sánchez.

En plena tormenta política por el escándalo de las excarcelaciones y rebajas de penas a delincuentes condenados por violación y agresiones sexuales derivadas de la aplicación de la llamada ley del “solo sí es sí”, resulta que Carmen Calvo, exvicepresidenta del Gobierno, ha revelado que cuando la citada ley estaba en el telar, tanto ella como Juan Carlos Campo, a la sazón titular de Justicia, advirtieron sobre las consecuencias negativas que provocaría el proyecto que avalaba la ministra de Igualad, Irene Montero. La conclusión a la que se llega tras escuchar a Carmen Calvo es que Pedro Sánchez, aun a sabiendas de la chapuza que aprobaban, dio luz verde a la ley para no desautorizar a la ministra de Podemos, el partido que le mantiene en la Moncloa.

Todo lo que ha venido contando Sánchez desde que empezó el goteo de rebajas de penas y excarcelaciones haciendo como que era el primer sorprendido ante los efectos perversos de la ley se revela, pues, falso. Sabía que la ley era defectuosa. Las declaraciones de su exvicepresidenta le han colocado ante el espejo. Un espejo que refleja una sicología compleja. La de un narcisista falto de empatía por otras personas y extremadamente preocupado por sí mismo a juzgar por lo que ha contado otro ex ministro- en este caso Máximo Huerta, titular de Cultura y Deportes hasta que dimitió al trascender una infracción tributaria ocurrida unos años antes.

Ha contado Huerta que el día en el que fue a despedirse del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en vez de interesarse por su estado de ánimo se dedicó a hablar de él, de cómo le vería la historia en el futuro a él, a Pedro Sánchez. “De mí, ¿qué dirán?”. Confiesa Huerta que le entraron ganas de decirle: “Padre que estoy hablando yo, déjeme hablar”. El propio Huerta recordaba que, en otra ocasión, Sánchez también se había preguntado sí pasaría a la historia por haber exhumado los restos de Franco. Gracias a las revelaciones de los dos exministros hoy sabemos más acerca de la personalidad de Pedro Sánchez: su facilidad para mentir y la reite-
rada preocupación por el juicio de la Historia con mayúscula. Rasgos de personalidad inquietantes, sin duda.

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