Opinión

Sánchez desprecia al Parlamento

Al negarse a dar réplica a Alberto Núñez Feijóo en la sesión de investidura, Pedro Sánchez ha cruzado otra línea roja. En este caso, la del exigible respeto a las normas y usos parlamentarios democráticos. El ninguneo al candidato señalado por SM el Rey para presentarse a la investidura supone un desprecio sin precedentes. Desprecio que derivó en provocación al designar como replicante a Oscar Puente, un telonero que viene del ámbito municipal -fue alcalde de Valladolid- y por lo tanto no ha formado parte del Gobierno presidido por Pedro Sánchez, cuyas actuaciones habían sido objeto de crítica en la intervención del candidato Núñez Feijóo.

Es probable que una parte de la opinión pública considere una cobardía que Sánchez no se haya atrevido a replicar al candidato del Partido Popular. Pero me inclino a pensar que ha sido otro el cálculo que le llevó a permanecer mudo en su escaño mirando al techo del Hemiciclo, como si la cosa no fuera con él cuando Núñez Feijóo le emplazaba a que contestara si había negociado la concesión de una amnistía al prófugo Carles Puigdemont y al resto de procesados por el intento de golpe del “procés”. Negociado y concedido según afirman los diputados de ERC y de Junts. Al negarse a subir a la tribuna del Congreso para replicar a Núñez Feijóo habría querido evitar tener que responder a la pregunta de sí es cierto lo que dicen sus socios acerca de la amnistía. Creo que ésta ha sido la verdadera razón de la negativa a participar en el debate de investidura.

La suma de estos factores desembocaron en un hecho que no tiene precedentes y abre un camino que, si encuentra imitadores, acabaría desnaturalizando la esencia de la institución parlamentaria. Hay que reconocer a los guionistas de La Moncloa que al introducir por sorpresa un cambio en la prevista intervención del presidente en funciones y sustituirlo por un telonero, ha desconcertado al personal consiguiendo que se hable de esta astracanada en lugar de hablar de la amnistía, los pactos de Estado ofrecidos por Feijóo o el compromiso para respetar la separación de poderes: “Nunca más un ministro por la mañana, fiscal general por la tarde”. O los cambios en el Código Penal para desincentivar las intentonas de los separatistas. Que las crónicas parlamentarias hayan tenido que compartir espacio con la insólita espantada de Pedro Sánchez, es una prueba del desprecio de Sánchez al Parlamento y a los ciudadanos. Lo patético es que hay medios que aplauden.

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