Opinión

Un silencio atronador

Por contraste con el griterío que rodeó el “caso Rubiales” y el beso no consentido por la jugadora Jenni Hermoso -”hermana yo si te creo”-, el silencio de las ministras Ione Belarra e Irene Montero sobre las violaciones sufridas por decenas de mujeres israelíes y la posterior matanza a manos de los terroristas de Hamas, resulta atronador.

Fácil de explicar por las servidumbres políticas de la izquierda comunista de Podemos, difícil de justificar en términos de decencia. Hamas, la organización terrorista que controla la franja de Gaza, es un satélite político financiado y armado por el Irán de los ayatolas, el régimen teocrático aliado internacional de la Rusia de Vladimir Putin y de la Venezuela de Nicolás Maduro, países en los que orbita Podemos.

Pablo Iglesias, el padre fundador de Podemos y ex vicepresidente del Gobierno, retirado ahora tácticamente al Aventino, cobijó sus primeros pasos mediáticos en el programa Fort Apache de la cadena de televisión Hispan TV financiada por Teherán. Preguntado en su día por aquella situación a todas luces chocante -Irán es una dictadura teocrática que impone una sumisión vejatoria a las mujeres, ahorca a los homosexuales, lapidan a los adúlteros y persigue a los comunistas -, Iglesias declaró que “la política era así” y que él había aprendido a “cabalgar sus contradicciones” Para justificar lo que a todas luces parecía injustificable, Iglesias evocó el famoso episodio de la vida de Lenin conocido como el “tren de Finlandia” -por la estación de San Petersburgo a la que el líder comunista, en plena Primera Guerra Mundial, consiguió llegar a Rusia en un tren protegido que le había procurado el servicio secreto alemán.

En diciembre de 2014, Iglesias justificada su presencia como presentador en la mencionada televisión con estas palabras: “A los alemanes les interesaba poner un tren a Lenin para desestabilizar Rusia. A los iraníes les interesa que se difunda en América Latina y en España un discurso de izquierdas que afecta a sus adversarios”. Gato blanco o gato negro. El fin que justifica los medios. Mal compañero de viaje de quienes accedieron a la política, como lo hicieron los dirigentes de Podemos que llegaron proclamándose defensores aventajados de la decencia frente a quienes con un insoportable aire de superioridad estigmatizaban llamándoles la “casta”.

Ahora que aún siguen en el Gobierno, atrapados en sus servidumbres y contradicciones ni siquiera se atreven a llamar terroristas a quienes han perpetrado una matanza que ha conmovido al mundo. Patético.

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