Opinión

El beirismo (aún) existe

Sabido que Sumar y Podemos concurrirán por separado, ya van quedando pocas incógnitas por despejar sobre la oferta electoral entre la que podrán elegir los gallegos progresistas, nacionalistas o federalistas en las próximas elecciones autonómicas. Habrá hasta tres opciones a la izquierda del PSOE, empezando por el Benegá. Esquerda Unida ya anunció hace tiempo que irá del brazo del nuevo partido de su antigua coordinadora, al igual que otras organizaciones residuales de la órbita rupturista. Hay expectación por conocer por quién se inclinará finalmente Yolanda Díaz a la hora de elegir cabeza de cartel, si por alguien de su propio círculo, por alguna de las piezas sueltas de aquí y de allá que ha ido captando para su proyecto o por un fichaje estrella, un candidato con nombre y tirón propios. Eso es lo que estaba buscando cuando le tiró los tejos políticos a Teresa Táboas, como a algún otro personaje de reconocido prestigio y de pedigrí izquierdoso que, como la exconselleira del bipartito, le dio calabazas. 

También falta por saber qué hará en este envite electoral la Anova de Xosé Manuel Beiras y Martiño Noriega, que en ningún caso ha barajado la posibilidad de presentarse en solitario, pero que tampoco llegó a aproximarse al yolandismo, aunque se diría que en algún momento se dejó querer. O dio esa impresión. Una aproximación imposible por los antecedentes. Conviene recordar que el viejo profesor no ha olvidado -ni perdonado- lo que consideró una traición de Yolanda Díaz: que utilizara primero la plataforma AGE para levantar cabeza en Galicia y después En Marea para aterrizar en Madrid y hacer carrera en la política nacional, siendo ambas efímeras criaturas políticas que sin Beiras y los suyos nunca habrían despegado.

En mentideros habitualmente bien informados se baraja la posibilidad de un acuerdo tácito de Anova con el BNG, siglas para el que, sin condición alguna, el beirismo ya pidió implícitamente el voto en las elecciones generales del 23 de julio. La organización que lidera Ana Pontón ha visto cómo regresaban a la casa común del nacionalismo algunos hijos pródigos que, desencantados por las “liortas” internas que desembocaron en aquel cisma de 2012 que abrió al Benegá en canal, se habían embarcado a través de Anova sucesivamente en AGE y en las mareas. Volvieron escaldados de esas experiencias. Los puentes están tendidos para propiciar un reencuentro de los nacionalismos dispersos que, por aquello del voto útil, puede ser decisivo para que una mujer y nacionalista sea quien encabece la alternativa al PP de Rueda en las urnas del 2024.

Anova cabe en un taxi, dicen algunos. A Beiras, el otrora gran patriarca del frentismo gallego, le quedan muchos admiradores, pero apenas unos cuantos incondicionales, encabezados por su delfín, Noriega, que ha demostrado profesarle una lealtad inquebrantable. Algunos otros, que le acompañaron cuando dejó el Bloque para crear Anova, se fueron apartando de él y de la política, desencantados por la forma en que acabaron los sucesivos experimentos rupturistas en que los embarcó el autor de “O atraso económico de Galicia”. Sin embargo, los que mejor conocen esa parte del espectro político gallego creen que sigue habiendo un espacio, estrecho, pero que está ahí, al margen del nacionalismo soberanista que encarna el Bloque y el mix de todo un poco que es Sumar Galicia. Puede que el beirismo esté en fase extinción, pero existir aún existe.

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