Opinión

Lamerse las heridas

En el Bloque no niegan que les hayan votado muchos socialistas. Lo reconocen abiertamente. Sin embargo, consideran igualmente innegable que una parte significativa del voto tradicional del PSOE, el menos izquierdista, aun resultándole atractiva la oferta electoral de un nacionalismo moderado, acabó yéndose al PP por disconformidad con la política de Pedro Sánchez, sobre todo por las concesiones al nacionalismo y al soberanismo vasco y catalán, y por la tan traída y llevada amnistía. Es por esto último porque lo que lo que en la cúpula del Benegá están muy dolidos con que los socialistas les culpen a ellos de que el PPdeG siga gobernando, a pesar de que los populares hayan cambiado de candidato y del clima supuestamente favorable a un giro a la izquierda en el Gobierno gallego que algunos sectores progresistas dicen que se respiraba en las vísperas electorales. Quien la pifió fue el Partido Socialista, según los frentistas.

Los de Ana Pontón están convencidos de que el pinchazo de los socialistas en estas elecciones se debe en buena medida a que una parte de sus dirigentes y sus cuadros, aunque no lo digan en público, en el fondo prefieren que siga gobernando el PP, como mal menor, frente a un escenario en el que el Bloque encabece un Gobierno progresista, en el que, por vez primera en la Galicia autonómica, el PSOE tendría un papel subalterno, a diferencia de lo que sucedió con el tripartito (1987-1989) liderado por Fernando González Laxe y el bipartito (2005-2009) que encabezó Emilio Pérez Touriño. En las bases del socialismo galaico y entre sus simpatizantes abundan quienes recelan abiertamente del Bloque, porque entienden que cuando crece electoralmente suele hacerlo a costa del PSdeG, si bien reconocen que ambas formaciones están condenadas a entenderse para cogobernar en ayuntamientos y diputaciones, como en la Xunta cuando el PP no logra las mayorías que necesita.

El poder es el mejor pegamento. Por lo que pasó el 18-F socialistas y nacionalistas no van a romper los gobiernos locales y provinciales que comparten, en algunos casos desde hace muchos años, sin que aparentemente afloren tensiones. La ruptura sólo beneficiaría al PP. Ahora bien, es probable que a la vista de la correlación de fuerzas que arrojan los resultados de las elecciones autonómicas, y por lo está sucediendo en algunos concellos importantes, tal vez haya que revisar la aritmética y la mecánica de los pactos PSOE-BNG para ajustarlos al nuevo escenario. Una de las conclusiones de esa inevitable revisión tiene que ser la constatación de lo que aparentemente es una obviedad: que la izquierda no debe seguir achicando su propio espacio. Y ha de tener claro que solo conquistará San Caetano cuando sea capaz de adentrarse en el territorio de la centralidad, donde la derecha gallega -primero con Fraga, después con Feijóo y ahora con Rueda- ha asentado sus reales. O sea, que el progresismo gallego sólo gobernará Galicia si renuncia a una parte sustancial de su izquierdismo. Y aprende a lamerse las heridas. Cada cual las suyas.

Te puede interesar