Opinión

Por qué en Galicia Vox no está ni se le espera

Aunque Santiago Abascal tiene aquí raíces familiares, Vox nunca consiguió arraigar en Galicia. A pesar de ser la tercera fuerza política en el ámbito nacional, en tierras gallegas sigue siendo una opción marginal, sin representación en el Parlamento gallego ni en los ayuntamientos de las grandes ciudades, que es donde parece tener, aunque mínima, una cierta presencia social. Sus organizaciones locales apenas desarrollan actividades públicas. Para la gran mayoría de los ciudadanos, como para los observadores de la vida política, los dirigentes locales o regionales del partido verde, si es que los tiene, son unos perfectos desconocidos. Y encima suelen ser efímeros. De hecho su último candidato a la presidencia de la Xunta, Ricardo Morado, acabó dándose de baja como afiliado por discrepancias con la dirección nacional, una decisión que por cierto, aplaudió otra disidente, Macarena Olona, que ahora vuela por su cuenta.   

Vox nunca consiguió arraigar en Galicia. A pesar de ser la tercera fuerza política en el ámbito nacional, en tierras gallegas sigue siendo una opción marginal, sin representación en el Parlamento gallego ni en los ayuntamientos de las grandes ciudades, que es donde parece tener, aunque mínima, una cierta presencia social

Vox irrumpió con fuerza en Galicia en 2019, en un momento de eclosión en casi toda España. En las elecciones generales de abril obtuvo algo más 86.000 votos, que se elevaron hasta los 116.000 en noviembre, cuando casi igualó al Bloque, que gracias a una mínima diferencia obtuvo un único diputado por A Coruña, Néstor Rego. Sin embargo, en las autonómicas de 2020 los de Abascal cosecharon un sonoro fracaso, con solo 26.700 papeletas. En las municipales del 28M tuvieron que conformarse con obtener una sola concejalía, eso sí, en el emblemático municipio ourensano de Avión, cuna de emigrantes millonarios que hicieron fortuna en México. Algunos veteranos militantes se quejan de que el aparato que rodea a Abascal nunca tuvo un especial interés en hacerse notar en una comunidad gobernada por una derecha moderada hegemónica, que ha conseguido cortar el paso al nacionalismo, a los socialistas y al rupturismo. 

En las municipales del 28M tuvieron que conformarse con obtener una sola concejalía, eso sí, en el emblemático municipio ourensano de Avión, cuna de emigrantes millonarios que hicieron fortuna en México

Se atribuye a Feijóo, como antes a Fraga, el mérito de haber unificado a todo el arco conservador gallego bajo las siglas del Partido Popular. El hoy presidente nacional de los populares, que nunca practicó la guerra cultural ni va de “conservaduro”, hizo guiños a los potenciales votantes de Vox como a los de Ciudadanos, a base de descafeinar el galleguismo, relajar la política de normalización lingüística, prestar colaboración a iniciativas del activismo católico, o mantener el apoyo instiucional a la enseñanza privada y concertada. El PP partió siempre con la ventaja de que en Galicia el nacionalismo españolista fue siempre muy residual y la inmigración, escasa y en su mayoría de origen latino, no genera el mismo rechazo, ni aquí se registra la conflictividad que en otras regiones de España tanto favorece el voto a la ultraderecha.

El hoy presidente nacional de los populares, que nunca practicó la guerra cultural ni va de “conservaduro”, hizo guiños a los potenciales votantes de Vox como a los de Ciudadanos, a base de descafeinar el galleguismo

Que en su mejor momento, con el bipartidismo en plena crisis, Ciudadanos llegase a obtener hasta dos diputados nacionales en circunscripciones gallegas en 2019 fue fruto de una anomalía coyuntural de la que Vox ya no llegó a aprovecharse, por sus errores estratégicos o por desidia, pero sobre todo porque el PP tiene aquí una amplísima implantación y una fortaleza organizativa que, incluso en contextos adversos, le garantiza amplias victorias en elecciones generales y sobre todo en las autonómicas.  En estas últimas se beneficia también del voto útil, el de un electorado que, sin sentirse del todo identificado con el partido de Fraga, Rajoy, Feijóo y Rueda, apuesta por la estabilidad que representa un gobierno monocolor y cohesionado, con un fuerte liderazgo, frente a la única alternativa viable, que son las coaliciones de varios partidos, que tienden a acabar como el rosario de la aurora.

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