Opinión

Todos pendientes de Yolanda

Crece en el Pesedegá la inquietud ante lo que pueda suceder con la plataforma política que impulsa Yolanda Díaz. Si cuaja, porque vendría a disputar a los socialistas, por la izquierda, una parte de su electorado, especialmente en Galicia por razones obvias. Si se malogra, porque no es descartable que la actual vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo acabe integrándose en el PSOE, con cierto mando en plaza. Cualquiera de esos dos escenarios pone muy nerviosos a algunos miembros del equipo de Valentín González Formoso, quienes recuerdan que los movimientos de Díaz, su entorno y sus eventuales aliados, aun sin ser la única causa, están en el origen de los últimos reveses electorales que han relegado al Partido Socialista a la condición de tercera fuerza política en el Parlamento gallego al tiempo que contribuían a consolidar la hegemonía del PP a lo largo de la era Feijóo.

Es comprensible que la cúpula de los socialistas gallegos tenga la mosca detrás de la oreja viendo cómo Díaz, un día sí y al otro también, marca distancias con Podemos y no duda en respaldar a Pedro Sánchez en asuntos delicados o espinosos. Más aún cuando escuchan al presidente enunciar su deseo de gobernar, llegado el caso, en coalición con el “yolandismo”, si después de las próximas elecciones, como es probable, el PSOE no puede hacerlo en solitario. Es un secreto a voces que en Moncloa y en Ferraz están deseando que Podemos se diluya o directamente desaparezca como marca, algo que sucederá en el caso de que Yolanda Díaz logre poner en marcha una plataforma transversal sin siglas. Que ese es su objetivo. Si naufraga en el intento, probablemente el sanchismo le lance un salvavidas en una suerte de agradecimiento por los servicios prestados y por si aún le quedase un mínimo capital político a título personal que sería una pena desaprovechar.

En cambio en el Bloque no están para nada inquietos ante el experimento de Díaz. Primero por ser un proyecto que nace en Madrid para ser decisivo en la política nacional. Los de Ana Pontón creen que a ellos no les arañará apenas apoyos electorales, ni en generales ni en autonómicas, porque de entrada, a diferencia de lo que sucedió con AGE y En Marea, la nueva plataforma “yolandista” carece del más mínimo atractivo para el votante nacionalista convencido y consecuente. Quienes ahora votan Benegá, incluidos los que acaban de regresar a la casa común desengañados con el rupturismo, ya no picarían ese anzuelo ni aunque Beiras y Anova llegaran a ser parte del cebo, que no lo serán. Y además, en la contienda gallega, le penalizaría un sucursalismo imposible de camuflar.

Mientras, en el Pepedegá de Rueda están deseando que Yolanda Díaz sea capaz de poner en pie su plataforma antes de las generales del año que viene y, a ser posible, que aguante el tipo en ese primer envite. De ese modo estaría asegurada su presencia en las elecciones gallegas de 2024 y, fuese quien fuese el candidato o candidato, podría alcanzar una mínima representación en O Hórreo (no digamos si al final, por hache o por be, el cartel fuese la propia Díaz). Por efecto del sistema electoral vigente, la fragmentación de la izquierda favorece siempre a la fuerza más votada y por tanto facilitaría una nueva mayoría absoluta del PP, aunque los populares perdiesen el plus que aportaba Feijóo con su tirón personal. En este ámbito, más que en cualquier otro, la división de fuerzas penaliza incluso a quien la combate.

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