Opinión

Del adversario el Consejo

El Gobierno se encuentra muy preocupado por las consecuencias que puede traer, en forma de inestabilidad y de ingobernabilidad de las instituciones y en la política económica, los acuerdos políticos que previsiblemente alcanzarán socialistas y ‘podemitas’ para desalojar a los populares de presidencias autonómicas y de alcaldías importantes. Sin embargo, si lo que verdaderamente le interesa al Ejecutivo de Rajoy es ganar las próximas elecciones generales, los pactos de “radicalidad y extrema izquierda” entre ambas formaciones pueden ser un factor más a añadir al de la recuperación económica para que consigan una victoria contundente.

Del mismo modo, también debieran tomar en consideración la predicción de uno de los barones que se van a ver privados de la renovación por la mínima, José Antonio Monago, quien considera que muchos de los gobiernos autonómicos que se formen ahora no se van a comer el turrón. A no ser que lo que verdaderamente le preocupe al Gobierno y al Partido Popular es la pérdida de poder territorial y los réditos que puedan obtener sus adversarios de la gestión que realicen si no cometen errores de bulto, que en todo caso ya se encargarán de juzgar los electores a seis meses vista.

No parece, además, que sea el PSOE quien se vaya a echar en brazos de Podemos por cuanto los socialistas han sido la fuerza de izquierdas más votada y a quien correspondería liderar los gobiernos, mientras que sería Podemos el señalado en el caso de que no se llegara a acuerdos que permitieran seguir gobernando a los populares. Por si acaso, el Comité Federal del PSOE ya ha dado la instrucción de no entrar en gobiernos municipales presididos por los seguidores de Pablo Iglesias. Así, tratan de que no se cumplan los vaticinios de los dirigentes populares que advierten de que el pez chico se puede comer al grande, aunque las encuestas poslectorales comienzan a indicar lo contrario, el descenso de las expectativas de voto de Podemos que alejan el sorpasso por la izquierda. Entretanto los pactos entre PP y Ciudadanos se realizan fuera de los focos y nadie parece sorprendido por ellos quizá, porque, en este caso sí, el pez grande se está comiendo al chico que había comenzado a nadar en sus aguas territoriales.

En cualquier caso, “del enemigo (adversario en política para no dramatizar) el consejo”. Al PSOE no parece que le vayan a hacer mella las advertencias y temores del PP respecto a su política de pactos ni tampoco las que recibe desde su mismo patio de miembros de la “vieja guardia” -que de tanto buscar la centralidad algunos han cruzado la raya-, o del verso suelto de Susana Díaz, ocupada en resolver los variados frentes que tiene abiertos. ¿O es que el Gobierno va a cambiar su política económica porque se lo haya pedido Pedro Sánchez a Mariano Rajoy en la reunión de La Moncloa? Más bien hará todo lo contrario. La previsión es que sustituya personas en el Gobierno y en la dirección del PP, o en la forma de comunicar sus logros, pero en absoluto va a alterar los ejes de la recuperación económica a la que ha cifrado la posibilidad de volver a ganar las elecciones.

PP y PSOE parecen un coro de querubines avisando a su principal oponente de que se encuentra cerca del precipicio para que no se caiga, cuando lo que realmente quieren es que se despeñe.

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