Opinión

El adversario de todos

En las elecciones generales del próximo 20 de diciembre el adversario a batir es Mariano Rajoy, porque es quien dirige el partido que por el momento concita mayor intención de voto, cuenta con el reconocimiento de haber ejercido la gobernación del país con sus éxitos y fracasos, y los últimos acontecimientos en Cataluña y en París han contribuido a revitalizar su figura, circunstancias que dejan al PP en la mejor disposición para repetir un éxito electoral que aleje la amenaza de un ‘pacto de perdedores’ –en su lenguaje-, que le arrebate el poder como ha ocurrido tras las elecciones de mayo.  

Sin embargo, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, debe prepararse para convertirse en el nuevo pim pam pum del resto de los partidos que se van a repartir la mayoría de los escaños, porque a todos ellos les ha perjudicado de una u otra forma, mientras mantiene la ambigüedad calculada respecto a los pactos poselectorales, aunque hasta ahora ha seguido una norma no escrita que también practicaba UPyD: apoyar al partido más votado. Desde este punto de vista el PP no tendría que ver a Ciudadanos como su mayor adversario, dado que le permitiría garantizarse otros cuatro años de gobierno, de tal forma que los votos que perdiera en las urnas los recuperaría en forma de apoyo parlamentario.

El Partido Popular, empero, no las tiene todas consigo y teme que lo que ha sido la norma cambie y, si se da la posibilidad, Ciudadanos acabe pactando con el PSOE, que sigue siendo a pesar de todo su principal adversario, en parte por el poder que acumula y en parte porque es esencial para la estabilidad del país. Para los populares, Albert Rivera empieza a no ser de fiar, entre otras cuestiones porque tan pronto afirma que no cuestionará la persona de Rajoy para encabezar un gobierno, como afirma que no votará su investidura. Por ese motivo los directores de campaña del PP han variado su estrategia y han comenzado a intentar parar la hemorragia de votos que le ha provocado Albert Rivera redoblando las críticas hacia su formación, a la que señala como el socio necesario de Pedro Sánchez y a quien irían a parar sus votos fugados. Y eso a pesar de que muchas de las propuestas electorales conocidas de Ciudadanos y la línea ideológica que subyace en ellas están próximas a las del PP.

Este es el argumento del PSOE para distanciarse de Albert Rivera, señalado como la nueva derecha y que también ha pescado entre su electorado, porque su subida electoral no se explica solo por la pérdida de votos del PP. A pesar de que la suma de escaños prevista por las encuestas no parece suficiente para alcanzar un gobierno estable, los líderes históricos de este partido desaconsejan la posibilidad de un pacto si no es el partido más votado o, un escalón por debajo, si no consigue el 25% de los votos.

A pesar de la distancia ideológica, Ciudadanos también ha hecho mucho daño a Podemos, al que ha arrebatado la primogenitura entre los partidos ‘emergentes’ y muchos de los votos procedentes de los indignados con los recortes que no están tan a la izquierda -¿o el centro?- como el partido de Pablo Iglesias.

Albert Rivera, convertido en el adversario de todos, depende de sí mismo para conseguir un buen resultado electoral… si no comete errores de bulto hasta el 20D.

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