Opinión

A la busca del voto perdido

Será una búsqueda en una doble dirección, la protagonizada por el llamamiento al voto para intentar minimizar la abstención de aquellos ciudadanos que van a castigar a todos los partidos por su incapacidad para llegar a acuerdos desde el pasado 20-D y van a quedarse en casa, y la de aquellos que quieren recuperar el apoyo que algún día tuvieron y que, tras la crisis, ha emigrado a los nuevos partidos, que ya no lo son tanto porque han recibido el bautismo electoral en unas generales, y ya saben quién, cómo y dónde les apoyan.

Todas las encuestas pronostican que un descenso de la participación en cuatro o cinco puntos serviría para hacer crecer las expectativas de triunfo del Partido Popular. Esta circunstancia se pondrá de relieve con meridiana transparencia desde el momento en que el PP no ponga excesivo entusiasmo en hacer un llamamiento a las urnas, o directamente obvie esa cuestión en su manual de campaña. Al contar con un suelo de votantes muy fiel su representatividad aumenta cuanta menor participación se produzca, todo lo contrario que ocurre con el resto de los partidos, mucho más volubles en cuanto a sus fidelidades o más críticos con sus errores. 

Sin embargo, el PP sí está interesado en recuperar votos que se fueron por el centro derecha  a Ciudadanos presentándolo como un partido de centro izquierda tras el pacto firmado con los socialistas. pero ha de hacerlo con la suficiente mano izquierda como para no imposibilitar una relación que se apunta como determinante a la hora de formar un gobierno “moderado” encabezado por Mariano Rajoy -precisamente una línea roja que aún mantiene Albert Rivera-, para no asustar ni a aquellos que se fueron ni para provocar más fugas. Ciudadanos, por su parte,  tiene que librarse del sambenito de que las campañas electorales no le sientan nada bien, de que se trata de un partido urbano, de tal forma que debe tratar de acumular votos fuera de las ciudades y utilizar la buena valoración de su líder para responder a las expectativas de voto, que las encuestas sitúan por encima del quince por ciento.

En efecto, quien más dificultades va a tener es el PSOE. La abstención le afecta especialmente, y el voto urbano le ha dado la espalda, bien porque prefiere quedarse en casa, bien porque ha huido más hacia la izquierda, sin que nadie le agradezca sus intentos por formar un gobierno transversal, un planteamiento novedoso entre los socialistas, pero impuesto por la matemática parlamentaria.  De ahí que su campaña vaya a estar centrada en las localidades de más de cien mil habitantes y en aquellas provincias en las que se quedaron muy cerca de obtener el último escaño en liza, y con el objetivo de recuperar posiciones en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia donde quedaron en cuarto lugar. Difícil empeño pese a las manifestaciones de unidad de los últimos días.   

Y frente aquellos que auguraban que una coalición de Podemos con IU podía restar más que sumar, los primeros sondeos apuntan a un efecto multiplicador entre los votantes que apuestan por un cambio de políticas más radical y que desconfían de la volubilidad socialista en el gobierno. En la lucha por la primogenitura en la izquierda Unidos Podemos pueden lograr el ‘sorpasso’ pero no la ‘pasokización’.

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