Opinión

Cañas y mitines

Mientras que desde el punto de vista de la crónica negra el verano no ha dejado de provocar sobresaltos, con los casos de violencia de género que se han sucedido, agravados por el asesinato de niños o los incendios que han asolado miles de hectáreas, que en algunos lugares se han relacionado inmediatamente con los cambios en la Ley de Montes y las facilidades para el cambio de uso de los terrenos calcinados, el verano ha transcurrido a efectos políticos dentro de una cierta placidez. Así lo señala el hecho de que los líderes políticos han disfrutado de sus vacaciones sin tener que salir a la palestra más que por asuntos puntuales y cuando su ausencia comenzaba a ser tan clamorosa que temían ser olvidados por la ciudadanía, aunque han dejado a los segundos espadas. Sobre todo en el caso del PP y sus cuatro nuevos vicesecretarios, que se foguearan saliendo al paso de los acontecimientos del día a día y sobre todo atentos a la precampaña catalana.

Sin la reunión entre el ministro del Interior y el exvicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, y la subsiguiente comparecencia parlamentaria de Fernández Díaz para explicar lo inexplicable; sin el debate forzado sobre la aprobación del tercer rescate a Grecia, saldado sin sangre y que ha servido para poner a punto alguno de los que serán el eje de la campaña electoral de los populares, como alertar sobre la frustración que puede causar los populismos con sus promesas infundadas; y sin los preliminares del debate sobre los Presupuestos Generales del Estado, el mes de agosto ha estado hasta cierto punto aburrido. Salvo en el noroeste, donde las fórmulas de las coaliciones para las elecciones autonómicas –plebisictarias- no han dejado de dar que hablar por sus problemas de acoplamiento entre los partidos tradicionales que las integran y los líderes escogidos para ser cabeza de lista, que se han visto obligados más de la cuenta a rectificar algunas de sus declaraciones. Ni el aumento de la llegada de inmigrantes irregulares, ni las escaramuzas en aguas de Gibraltar han alterado el ritmo canicular.

Por supuesto que los partidos han lanzado al debate político algunas propuestas para afinar sus maquinarias electorales y de mercadotecnia política, como la propuesta de reforma europea lanzada por el PSOE; la de Ciudadanos de suprimir el Tribunal Constitucional, que nadie se ha tomado en serio; o las idas y venidas del PP a cuenta de la reforma constitucional, mientras Mariano Rajoy, entre paseos, selfies, torreznos y cañas, advierte en algún mitin de ocasión que con el PSOE y Pedro Sánchez no se puede ir a ningún sitio porque han perdido la centralidad, como si tuviera alguna intención de hacerlo.

Pero el próximo martes se acaban ya las vacaciones políticas, aunque este año no haya cerrado el Congreso, con el debate de totalidad de los Presupuestos, el más importante del año, en el que el líder de los socialistas ha anunciado que defenderá la posición de su partido, porque no está para perder ninguna ocasión de afianzar su liderazgo, ante lo que va a constituir el primer mitin popular para la campaña de las elecciones generales.

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