Opinión

Carme Chacón

Quien fue su oponente en el congreso de Sevilla de 2012, Alfredo Pérez Rubalcaba, que lo acabó ganando por 22 votos, para convertirse en secretario general del PSOE, dijo aquello de que “en España se entierra muy bien” cuando se despidió del Congreso de los Diputados. La suya era una muerte política que le alejaba de la primera línea de la política pero no de la pelea ente bambalinas en la que era y sigue siendo muy ducho. A Carme Chacón también se la entierra de forma adecuada porque ha sido una figura política muy destacada para el socialismo español y para el socialismo catalán. La suya ha sido una muerte natural dentro de la condición antinatura que supone de perder la vida en plena madurez personal, intelectual y política.

Carme Chacón ha aparecido y reaparecido en los momentos que se consideraba determinantes y seguía siendo una referencia para el socialismo catalán: para ese PSC menos nacionalista y más español al que llevó a las más altas cotas de representación en el Congreso y del que luego vio como lo abandonaban muchos de los compañeros con los que había trabajado codo con codo subyugados por el derecho a decidir.  

Solo cuando las discrepancias “políticas” con Pedro Sánchez se hicieron muy evidentes antes de la repetición de las elecciones del 26-J, dio un paso atrás sin dejar la ejecutiva socialista. Pero  como otras mujeres del PSOE de larga trayectoria, Carme Chacón se encontraba en la reserva activa dispuesta a ayudar cuando fuera preciso.

De la mano del expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había realizado un productivo adiestramiento político, que completaba la formación académica de constitucionalista, iniciada como concejal de Esplugues de Llobregat y luego en el convulso y difícil socialismo catalán, pasando por puestos clave en dos poderes del Estado, en el Legislativo como vicepresidenta primera del Congreso, y en el Ejecutivo, primero en un ministerio de gestión como el de Vivienda y luego en otro ministerio de Estado como el de Defensa, durante tres años. De todos los reconocimientos y recuerdos ocasionados por su muerte repentina quizá sean los de los militares que trabajaron a sus órdenes los que revelan con mayor grado de entusiasmo la eficacia de su labor.

Su decisión de impartir clases en una universidad de Miami tras la derrota frente a Rubalcaba pudo ser considerada en su momento como un intento de poner tierra de por medio pero revelaba también un deseo de no entorpecer la labor de quien fue su contrincante. En aquel momento no hubo integración de la candidatura derrotada, pero sus partidarios tampoco desarrollaron una guerra de guerrillas a la nueva dirección y el partido mantuvo la unidad. Esta bien podría ser una de las últimas enseñanzas de Carme Chacón ante el periodo de incertidumbre que se abre con las primarias y en las que ella había apostado claramente con la visión del PSOE que representa Susana Diaz.   

En efecto, nuestro país ha aprendido, porque no siempre ha sido así, a despedir con honores a quienes han demostrado ser consecuentes y comprometidos con sus ideas y han prestado su servicio de forma adecuada más allá de las contingencias o las críticas del día a día. Hasta sus adversarios políticos así lo han entendido.  

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