Opinión

Cuestión de fe

A día de hoy no se puede asegurar con ninguna certeza si se convocarán nuevas elecciones generales, o si finalmente será investido presidente Pedro Sánchez, ni tampoco cómo será el gobierno que encabece, si llega a hacerlo a la segunda. Solo Sánchez y sus consejeros aúlicos saben cuáles son sus verdaderas intenciones, porque los mensajes que envían tanto él como sus portavoces son contradictorios. Al tiempo que proponen trescientas medidas que recogen algunas de las demandas de Unidas Podemos, presiona para que renuncie a un gobierno de  coalición, la única demanda real del partido de Pablo Iglesias.

En estas circunstancias es una cuestión de fe creer que no se producirá una convocatoria electoral porque el deseo de los ciudadanos choca con los intereses partidistas de quienes están llamados a entenderse, pero que se dan la espalda a pesar de los riesgos de que las urnas nada aclaren ni desbloqueen una situación que se prolongará en el tiempo, porque se repetirá lanecesidad de acuerdos para gobernar, si bien es cierto que estos pueden revestir distintas formas, unas más fiables que otras

Los partidos, que cuentan con sus propios sondeos de opinión, reciben también las conclusiones de otros ajenos que contribuyen a polarizar las posiciones de PSOE y UP. Las tendencias dan al PSOE como seguro ganador, pero con mayor o menor cantidad de escaños, volvería a necesitar los votos de UP para conformar un gobierno más o menos estable con el riesgo de que la derecha recupere posiciones pese a las probables caídas en escaños de Ciudadanos y Vox. Por tanto el PSOE aunque lograra bajar los humos de Pablo Iglesias no lograría apagar el incendio. Y para que se vuelva a repetir una situación similar -ahí está la experiencia de junio de 2016-, debieran concluir que para los intereses de sus votantes es preferible no  tentar a la suerte.

Ante posiciones tan enconadas y pendientes de la reacción de UP a la oferta socialista y de su deseo de fomar parte del Gobierno, si llegara a lograrse el acuerdo,queda por ver que grado de generosidad tendrán ambos para hacer una lectura sin vencedores y vencidos que será muy difícil de lograr y sobre todo de que los ciudadanos crean en su sinceridad. Si se llegara a formar gobierno de coalición o con apoyo externo, apenas unas semana después se vería sometido a su primera gran prueba de resistencia una vez que se conozca la sentencia del "procés", y las consiguientes respuestas de los independentistas.

La confianza en la capacidad de los líderes políticos -de todos ellos- de mirar más allá del horizonte partidista, disfrazado incluso de preocupación por el interés general, está cada vez más disminuida. Quizá en el último momento sorprendan a la ciudadanía, tengan gestos mutuos de generosidad para no prolongar la incertidumbre, una vez más, cuando las circunstancias exteriores son poco propicias y requieren de un gobierno en plenas funciones para arbitrar las respuestas adecuadas y a ser posible consensuadas, Pero todo es cuestión de fe.

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