Opinión

La CUP presiona

Los sucesos de la noche del lunes tras el desalojo de un centro social ‘okupado’ durante los últimos cuatro años y que originaron importantes enfrentamientos entre los mossos d’esquadra y grupos antisistema –repetidos la noche del martes- fue la excusa que plantearon los diputados de la CUP para no acudir a una reunión en la que el conseller Oriol Junqueras presentaba el proyecto de Presupuestos de la Generalitat para el presente año. “No es pertinente”, fue la explicación, porque para esta organización lo ocurrido en Gràcia “condiciona mucho la política”. Al fin y al cabo la CUP bebe de una forma de entender el ideario anarquista y del asamblearismo antisistema.

En el fondo de su actitud, sin embargo, también tiene un peso importante la actitud del gobierno de Carles Puigdemont y lo que consideran falta de impulso al proceso soberanista, que el presidente de la Generalitat reconoce que la declaración unilateral de independencia no podrá llevarse a cabo en los dieciocho meses pactados, cuando la CUP dio su apoyo a Junts pel Si a cambio de la cabeza del expresidente de la Generalitat, Artur Mas, empeñado ahora en la refundación de lo que fuera Convergencia Democrática de Catalunya.

Ocurre además que las cuentas que ha presentado Oriol Junqueras están muy condicionadas por la situación fiscal que atraviesa Cataluña, de la falta de fondos para aplicar una recuperación de los recortes llevados a cabo con antelación por Artur Mas, campeón de los ajustes sociales en mayor grado que el Gobierno central y que por tanto no responde a las expectativas de la CUP, aunque contengan partidas -874 millones más- que tratan de enjugar aquellas medidas o se consideran necesarias para poner en marcha el proceso independentista, porque los ‘cuperos’ alcanzaron un acuerdo el pasado fin de semana en el que se comprometían a no aprobar unos Presupuestos “que no supongan una desobediencia frontal a las imposiciones del Estado español”.

Sin embargo, y una vez más haciendo de la necesidad virtud, Junqueras ha subrayado que si no se aprueban las cuentas públicas catalanas no será necesario convocar nuevas elecciones autonómicas –serían la sextas en cuatro años- y que podría gobernarse con las cuentas prorrogadas pero no introducir las nuevas partidas. “Hay muchos presupuestos prorrogados y no han derivado en unas elecciones anticipadas", se ha justificado el vicepresidente catalán

Aunque la CUP votó por liberarse" del acuerdo con Junts pel Sí a renglón seguido aseguraron que no tenían previsto “romper la legislatura”. El temor a las urnas entre los partidarios de la independencia está más que justificado -ya lograron conjurar ese riesgo en el último minuto cuando la CUP accedió al nombramiento de Carles Puigdemont-, porque podría dar lugar a un cambio radical en la situación y que los independentistas lejos de ser mayoría dejaran de serlo en favor de quienes se oponen a un referéndum de independencia y las confluencias que pudieran surgir que proponen una consulta pactada con el Gobierno central. Y por supuesto, unas nuevas, elecciones generarían mayor inestabilidad y perjudicarían la recuperación en Cataluña. Puigdemont y Junqueras se las van a ver y desear para conseguir los dos votos de la CUP que necesitan. Pero no llegará la sangre al río.

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