Opinión

En la boca del lobo

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quiere hablar única y exclusivamente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su ronda de conversaciones para tratar de lograr los cuatro votos que le faltan para la investidura como jefe del Ejecutivo, mientras que delegará en sus portavoces parlamentarios las conversaciones y negociaciones con el resto de grupos del Congreso. Es razonable que los dos principales líderes políticos del país hablen entre ellos, aunque en este caso da la impresión de que se han cambiado los términos de la relación entre ambos: el que tendrá la batuta será Feijóo como candidato a la investidura designado por el rey Felipe VI y Sánchez el subalterno que tendrá que adoptar el papel de negador de todo lo que le proponga el nominado. 

Feijóo se presentará en esa reunión hoy, según su portavoz, Borja Sémper, para conocer “la disponibilidad” de Sánchez para “avanzar en la estabilidad, en las reformas, en la mejora de la institucionalidad y en las medidas económicas” que el PP considera que necesita el país “pensando en el interés general de todos los ciudadanos”. 

Cierto que el papel de Feijóo en el próximo mes, hasta la sesión de investidura, no va a ser fácil, pero los estrategas populares tampoco es que tomen decisiones muy finas, porque acaban de meter a su jefe en la boca del lobo, como han hecho al provocar un mes de consultas para un acto que muy probablemente resultará fallido y que genera discrepancias entre los propios dirigentes del PP. Que quien ha ganado las elecciones hable con quien ha quedado segundo es razonable, pero que intente imponer sus criterios cuando no va a poder llevarlos a cabo no deja de ser una osadía.

Cuando el líder del PP le hable a Sánchez de mejoras en la institucionalidad, el presidente del Gobierno en funciones le recordará que estuvo a cinco minutos de renovar el CGPJ antes de que la derecha política, mediática y judicial le doblara el brazo y que aún mantiene secuestrado al tercer poder del Estado; que cuando le hable de las reformas necesarias no le presente su programa electoral que para eso él tiene proyectos apoyados por más votos y que así es imposible un acuerdo; que el interés general de los ciudadanos no es el que determine el PP, sino el que responde a las mayorías parlamentarias, y en ese sentido es absurdo insistir en dejar gobernar a la lista más votada cuando han tenido la oportunidad de apoyar al PSOE en otras ocasiones para evitar la dependencia de los independentistas. Pero entonces querían hacer valer que eran alternativa. 

Por no hablar de que Feijóo tendrá que explicar los llamamientos de su partido al “Tamayazo”, y por qué su pretensión de hablar con Junts no tiene otro objetivo que encarecer la investidura de Sánchez en detrimento de los intereses del país.

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