Opinión

Encuentros y desencuentros

El primer periodo de sesiones de la nueva legislatura ha sido un compendio de lo que puede ser el resto, sea esta larga, si Mariano Rajoy logra trenzar los apoyos parlamentarios suficientes, o breve, si Mariano Rajoy decidiera disolver las Cortes a partir del próximo 3 de mayo porque se ve obligado a desmontar parte de su legado anterior y a aceptar consensos sobre cuestiones que constituyen líneas rojas que no está dispuesto a traspasar.  

Desde que la XII Legislatura comenzó a caminar se ha caracterizado por los acuerdos y enfrentamientos protagonizados entre el Gobierno y el PP y el PSOE, que han devuelto al Congreso el lugar central donde se desarrolla la actividad política. A la espera del gran debate sobre los Presupuestos, que darán la pauta para saber si la referencia de Rajoy a la preparación de las próximas elecciones, que realizó durante la cena de navidad con los militantes del PP, fue un lapsus o le traicionó el subconsciente, el PP ha sacado adelante el paso previo, la aprobación del techo de gasto, que también interesaba a todas las comunidades autónomas, pero a cambio de realizar otra vez una subida de impuestos –sociedades y especiales- al comienzo de la legislatura después de haber negado esa posibilidad, y de incrementar el SMI un 8%.

A pesar del breve camino transcurrido, el Grupo Parlamentario Popular y el Gobierno han vivido varios plenos “horribilis” en los que han perdido todas la votaciones de proyectos de ley y no de ley –estos más testimoniales y que alejan el debate- en los que incluso su socio Ciudadanos ha votado en contra de la posición de los populares, o se han abstenido para favorecer las iniciativas de otros grupos. El partido de Rivera marca así distancias para evitar la fagocitación y expresa su malestar porque el PP ha considerado al PSOE su apoyo fundamental al que ha permitido apuntarse importantes tantos políticos de los que han quedado al margen, o a los que han tenido que sumarse a última hora.

Sin llegar a la derogación de las principales leyes que se aprobaron por la mayoría absoluta del PP en la penúltima legislatura, y que Rajoy dijo que no iba a permitir, todas ellas están siendo sometidas a revisión, y el Gobierno se ha mostrado dispuesto a reformar algunas de ellas dialogando con la oposición, como en el caso de la LOMCE y de la denominada ‘ley mordaza’, y en otros muy a su pesar, como algunos aspectos de la reforma laboral, o la de la ley del Tribunal Constitucional. Además, se ha producido el cambio de actitud del Gobierno con respecto a dos de los problemas esenciales, como la reforma constitucional y la ‘operación diálogo’ con Cataluña, en línea con la demanda socialista de abordar ambos asuntos.           

El PP se encuentra en el proceso de ‘interiorizar’, como le recomendó el portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, su nueva situación de mayoría minoritaria, mientras el PSOE le arrebata algunas de sus principales propuestas a Podemos –con la connivencia del PP- que acusa sus problemas internos y la falta de reflejos. Pero la luna de miel parlamentaria que vive el PSOE, en contraste con su situación interna, que saca partido de sus encuentros con el PP –pobreza energética, cláusulas suelo, políticas de Estado-, y de sus desencuentros,  mediante el acoso a la leyes de la mayoría absoluta, se puede romper en cualquier momento. Elecciones mediante.   

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