Opinión

El enemigo exterior

El Gobierno ha decidido llamar a consultas al embajador en Caracas y responder así a las continuas provocaciones del presidente venezolano, Nicolás Maduro, que considera todas las acciones y declaraciones de instituciones y personalidades españolas como un ataque a la integridad del pueblo venezolano, cuando no insulta o acusa a Mariano Rajoy de estar detrás de supuestos intentos de golpe de Estado contra él. La táctica de Maduro es tan antigua como la política, buscar un enemigo exterior, la conjura internacional -cuando no es Estados Unidos es Colombia, o España- para justificar las tropelías internas o la mala situación económica producto de sus errores estratégicos.

Desde que el presidente venezolano sustituyó a Hugo Chávez, ha denunciado la existencia de una docena de golpes de Estado, lo que viene a suponer que hay una intentona cada dos meses, motivo por el que ha acentuado la represión contra los miembros de la oposición, con las detenciones de Leopoldo López y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, cuyas mujeres fueron recibidas por Mariano Rajoy en la sede del PP. Este fue uno de los detonantes de las protestas venezolanas que alcanzaron el cenit con la reprobación de esas detenciones por parte del pleno del Congreso –con la abstención de IU y otros grupos de izquierda-, similar a la realizada por otras cámaras legislativas de países iberoamericanos, y que por el momento ha culminado con la declaración de persona non grata del expresidente del Gobierno, Felipe González, por parte de la Asamblea Nacional por asumir la defensa de los opositores presos.

Las relaciones entre España y Venezuela comenzaron a torcerse en el golpe de Estado contra Hugo Chávez, que acusó de colaboración en el mismo a José María Aznar, se prolongó con el “¿por qué no te callas?”’ del rey Juan Carlos. Y aunque se recompusieron relaciones entre ambos países, el discurso bolivariano ha seguido ensañándose con la colonización española, la histórica y la más reciente de carácter económico, sin que en ese tira y afloja Venezuela se haya mostrado dispuesta a colaborar con la justicia española en la detención y control de los etarras que se instalaron en su suelo.

Pero los desbarres verbales de Nicolás Maduro en sus acusaciones contra España y el presidente del Gobierno no dejan de ser bravuconadas que retratan a quien las profiere y que, como bien ha subrayado el ministro Margallo, tienen que ver directamente con el aumento de las “dificultades económicas, sociales y políticas por las que atraviesa el pueblo de Venezuela”, que han llevado al desabastecimiento galopante de productos de primera necesidad acentuado por la bajada del precio del petróleo convertido en el monocultivo productivo del país.

La retirada temporal el embajador español ha sido contestada por el Gobierno venezolano con nuevas amenazas que solo pueden entenderse como dirigidas contra los intereses económicos españoles en el país, a pesar de que ni en los peores momentos de los últimos quince años esas relaciones han sufrido menoscabo, aunque las empresas españolas han puesto en cuarentena las inversiones en el país en previsión de represalias.

Pero cualquier reacción que suponga una vuelta de tuerca en la inseguridad jurídica en las relaciones económicas no solo afecta a nuestro país sino al conjunto de la inversión exterior en un país necesitado de ella.

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