Opinión

Errejón resucitado

El dimitido diputado de Podemos Íñigo Errejón, que con su decisión de presentarse como candidato a la presidencia de la comunidad autónoma de Madrid, bajo el paraguas de Más Madrid ha puesto patas arriba a su antiguo partido y ha llevado la inquietud a toda la izquierda, y el dimitido secretario general de Podemos en esa comunidad, Ramón Espinar, eran enemigos jurados más que  adversarios políticos. El primero porque se encontraba cada vez más distante de Pablo Iglesias, y el segundo porque era un “aparatchik” de los más férreos y opuesto a los “errejonistas” como demostró en cada ocasión que pudo.

Y sin embargo… Sin embargo, el paso dado por Iñigo Eerrejón para integrarse en la plataforma que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, al margen de Podemos ha hecho que Ramón Espinar se opusiera a la intención de su jefe para que Podemos compitiera con su propia lista contra la de Errejón, fraccionando aún más a los ya divididos votantes de izquierda en Madrid. Esa es la razón de Espinar para dimitir de todos sus cargos políticos y orgánicos: primar la unidad frente a la animadversión personal.

Una vez más un partido de izquierda se ve envuelto en un conflicto orgánico cuyas consecuencias para la distribución del poder son imprevisibles. En el pasado congreso de Podemos, Vistalegre II, se aprobaron el diseño de partido y la pautas políticas propugnadas por Pablo Iglesias, mientras Iñigo Errejón cosechaba una sonora derrota. Un resultado que tendría que haber llevado al candidato de Más Madrid a la dimisión inmediata y a la renuncia a cualquier posibilidad de ejercer algún tipo de representación en un partido que había laminado sus propuestas.

Y sin embargo, casi dos años después, Íñigo Errejón aparece como el renovador del proyecto con aquellas ideas de transversalidad, apertura, confluencia y también de mayor moderación en los planteamientos de izquierda que los nueve mil presentes en Vistalegre II rechazaron. Ahora son muchos los militantes y los dirigentes que comienzan a plantearse si las posiciones de Errejón no son las más adecuadas para atraer a un mayor número de votantes, para sacarlos de la abstención y recuperar la ilusión que supuso el surgimiento de Podemos como consecuencia de la crisis económica. Quieren enterrar el leninismo que se atribuye a la dirección de Podemos.

Errejón, como Pedro Sánchez en el PSOE, ha resucitado entre las bases de Podemos. Pero mientras el segundo dio la batalla orgánica y volvió a poner su proyecto a votación de las bases, el primero ha actuado de forma sibilina, ha negociado con la alcaldesa -el “pacto de las empanadillas” como metáfora- a espaldas de sus compañeros y ha abierto el partido en canal. Y ahora puede ganar con su maniobra lo que no ganó en las votaciones del congreso, donde le acusaron de cobardía por no presentar batalla a campo abierto y se conformó con la candidatura de Madrid. Ahora se ha visto para qué.
El candidato de Carmena puede poner de rodillas a Podemos si finalmente se impone el sentido común y en Madrid, y en otros lugares con la mismas tentaciones, se imponen las lista unitarias. Si se trata de mantener el poder local y territorial sería lo correcto y pondría los intereses de los ciudadanos por encima de los del partido. Y tras las elecciones, volver a las peleas internas.

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