Opinión

La alegría dura poco

La alegría ha durado poco en el seno del PSOE, y a la menor oportunidad los odios cainitas entre los fraternales compañeros han vuelto a aflorar. Resulta beatífica la concepción de la política interna de quienes perdieron aquella apuesta, sobre todo Susana Díaz y los barones que la apoyaban, que ahora se quejan del “cesarismo” que se desprende del nuevo reglamento interno del partido aprobado mayoritariamente por los militantes.

Tras la derrota se retiraron a sus cuarteles de invierno desde los que organizaron su supervivencia territorial, en la que se resarcieron de su debacle y arrinconaron a los “sanchistas”, procurándoles el mismo trato que habían recibido. Vae victis, que decían los romanos. No todos, claro, porque algunos como el asturiano Javier Fernández vieron como su candidato a sucederle perdía ante el que apoyaba la Ejecutiva Federal.

La cuestión es que el último Comité Federal aprobó ese reglamento interno que da más potestad a los militantes frente a los órganos intermedios de representación, por unanimidad, pero con las ausencias clamorosas de los barones “susanistas” que siguen desairando al secretario general. Se hicieron el harakiri pero a continuación encontraron un motivo para mostrar las diferencias internas.

En este caso fue a cuenta de la enseñanza del castellano en Cataluña. La decisión del Gobierno de hacer cumplir las sentencias del TC al respecto fue saludada por muchos de los “susanistas” con fervor pese a las reticencias de la Ejecutiva, que decía que el artículo 155 no estaba para eso, y del PSC, que defendía el modelo de inmersión lingüística.

El mismo que se impuso en Cataluña sin que ningún gobierno socialista lo hubiera impedido, y sin que ninguno de estos barones hubiera hecho casus belli del asunto con anterioridad con tanta virulencia. Y lo hicieron sin que en ese momento ni ahora, el propio Ejecutivo de Mariano Rajoy haya comunicado como lo va a hacer.  

Sin acabarse esos ecos, la controversia volvía a acaparar la atención sobre los asuntos internos de los socialistas, a cuenta de la candidatura de la ex vicesecretaria general y eurodiputada,  Elena Valenciano, para presidir el grupo parlamentario de socialistas y progresistas en el Parlamento Europeo, del que ahora es vicepresidenta con el apoyo de Pedro Sánchez.

Que existe una relación directa entre la decisión de la Ejecutiva de no apoyar su candidatura y su posicionamiento a favor de Susana Díaz en la primarias es evidente, por mucho que se retuerzan los argumentos. Pero, volviendo al principio, a nadie le debe sorprender que en las luchas intestinas los caídos sean personas con todos los pronunciamientos a favor.

Entre otros motivos, porque la generosidad no se estila en los partidos políticos. Que se lo pregunten a los partidarios de Carme Chacón cuando ganó Rubalcaba.

Para dar imagen de coser el partido, Pedro Sánchez, ha anunciado que todos sus predecesores y los líderes regionales participaran en una Escuela de Gobierno del PSOE, en marzo. Las excusas de algunos para no asistir ya están encima de la mesa.

Habría sido un inconsciente si no tiene atada la presencia de todos ellos, y lo que podía ser la foto de la unidad se convierte en la de la desunión. Eso no gusta a los votantes, y el PSOE no anda sobrado de ellos.

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