Opinión

La lata del pasado

Decía Cicerón que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla y otro tanto podría decirse de los partidos políticos que quieren pasar página de sus casos de corrupción demasiado rápido sin asumir responsabilidades políticas, o creyendo que las urnas les han exculpado a pesar de que esas mismas votaciones hayan reflejado que la corrupción les ha provocado un importante agujero en el número de votos.

Y el pasado además condiciona el presente y el futuro de manera determinante en dos direcciones, porque las heridas mal cerradas se acaban abriendo con el tiempo por mucho que los cirujanos del momento dijeran que era la profilaxis adecuada. Y porque la situación política hubiera podido ser distinta si un partido no hubiera comparecido dopado con sobrepeso económico en la contienda electoral, y además ese dinero procediera de "cajas b" rellenadas con comisiones ilegales. La reapertura del debate sobre la aplicación de la Ley de Memoria Histórica es un ejemplo de lo primero, y la presunta financiación ilegal de las campañas electorales del PP a todos los niveles, de lo segundo.  

El presidente del Gobierno, que para no hablar de los casos de corrupción de su partido se refiere siempre los que tienen otros, debiera recordar que a su principal adversario político fue la acumulación de casos de corrupción de los años noventa la que acabó llevándole a la  oposición, de la misma forma que la sucesión de investigaciones abiertas en los juzgados por las presunta actividades ilícitas en determinados ámbitos del Partido Popular comienzan a tener un mayor reflejo en las encuestas sobre intención de voto y solo la penosa situación que atraviesa el PSOE y la falta de consistencia e inexperiencia de Podemos, le salva de que los otros aprovechen la coyuntura.

Entre los argumentos favoritos de Mariano Rajoy para pasar de largo cuando se le pregunta sobre la corrupción de su partido, está subrayar que se trata de mirar hacia el futuro "en lugar de estar dando la lata con el pasado", como afirmó ayer en la sesión de control al Gobierno, cuando su socio preferente le exigía que se ponga a trabajar sobre la supresión de los aforamientos. El pasado es una lata, lo mismo que las cifras de paro, la precariedad laboral o que la recuperación no llegue a las familias. Afortunadamente ya ha olvidado la "herencia recibida". Y para sacudirse más las preguntas incómodas aparece como más preocupado por lo que ocurre en el interior de otros partidos que en el suyo propio, y no oculta que su preferencia es Susana Díaz para liderar el PSOE.  

Las sentencias firmes sobre los casos de corrupción que ya se están juzgado o los que se encuentran en avanzado estado de investigación, tardarán en conocerse. En ese sentido el tiempo corre a favor del Partido Popular y del Gobierno. Pero si fueran condenatorias y reconocieran los hechos por los que los acusados se sientan o se sentarán en el banquillo habrá pasado el tiempo sin que la sombra de la sospecha se haya disipado, y no se podrán recuperar las energías gastadas en el sostenella y no enmendalla, mientras se va al copo de las instituciones con personas afines que ni tan siquiera se preocupan de disimularlo. Lleva razón Rajoy, el pasado es una lata cuando a uno le recuerdan sus problemas y sus compromisos incumplidos. 

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