Opinión

Legislatura finiquitada

A escasos días de que comience a debatirse la moción presentada por el PSOE con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como candidato es casi imposible que salga adelante dada la respuesta que han dado quienes tienen la llave de los votos, los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes. La rapidez con que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, ha convocado el debate de la moción parece encaminada a mermar la capacidad de movimiento de los socialistas a pesar de que estos han manifestado que no hay nada que negociar respecto a su proyecto.

Con la moción de censura fracasada, la pelota estaría en el tejado del Partido Popular y de Ciudadanos. Tras dos intentos de descabalgarle, a Mariano Rajoy, y sin el apoyo de Ciudadanos solo le queda convocar elecciones generales cuanto antes para votar antes de las vacaciones de agosto –ya se votó inmediatamente antes de las Navidades-, si es que el valor esencial que se pretende preservar es el de la estabilidad. Y aquí es donde la interpelación se vuelve hacia Ciudadanos, el partido que más insiste en llamar a las urnas.  

Ciudadanos, a lomos de unos sondeos que le son sumamente favorables, que le dan como vencedor de los comicios y de ahí toda la argumentación que realiza su líder Albert Rivera, tendrá que decir que es lo que pretende hacer en el caso de que, efectivamente, las ganara, y si el centro derecha obtiene la mayoría absoluta. ¿Hará un gobierno de coalición con el Partido Popular? ¿El mismo PP al que acusa con dureza por sus casos de corrupción, al que le ha retirado su apoyo político y al que no le habrá dado tiempo a regenerarse ni a refundarse porque ese es un trámite largo como saben otros partidos que han pasado por la misma tesitura?

El PP sin embargo no parece haberse enterado de lo que ha ocurrido tras la sentencia del ‘caso Gürtel’, no solo por la insistencia en los argumentos del primer día, -el PP no ha sido condenado penalmente y es una cuestión del pasado- y con la vuelta al ‘España se rompe’, con una deslealtad de la que ya se tenía noticia para alcanzar o mantenerse en el poder. Habrá que esperar al debate de la moción de censura para saber cuáles son las intenciones de Rajoy en los dos años que quedan, después de dos años de legislatura de la que solo se recuerda las cesiones al PNV para aprobar los PGE y los vetos a cualquier iniciativa de la oposición con el apoyo de Ciudadanos.

Los populares se resisten a la convocatoria de elecciones con un candidato con su credibilidad cuestionada por los jueces y con la popularidad bajo mínimos, sin recambio a corto plazo y sin iniciativa política, o demediada. A Ciudadanos le corresponde decidir si será el báculo de Rajoy si no se decide a convocar las elecciones en otoño como le exige -¿por qué mantener la inestabilidad y la incertidumbre de cuatro a seis meses más?- a pesar de reconocer que la legislatura está ya agotada y que solo la convocatoria electoral es la salida a la crisis política que se vive. A no ser que su propósito sea aumentar presionar al PP y aumentar su ventaja ante el fin de ciclo que se vive.   

El candidato in pectore, Pedro Sánchez, cuenta con el respaldo de los barones y puede consolidar su liderazgo, ante una iniciativa que era inexcusable. Al menos hasta el final de la semana.

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