Opinión

La legislatura de la incertidumbre

Con la constitución de las Cortes comienza la XV Legislatura que estará marcada por la incerticumbre desde sus primeros pasos. Ya la formación de la Mesa del Congreso vino precedida por la falta de certeza sobre la posición que adoptarían los diputados de Junts, que han negociado con el Gobierno hasta el último minuto y las garantías que han obtenido para su voto favorable a la candidata socialista, Francina Armengol, presidenta del Congreso.

Despejada esta incógnita parece razonable pensar que los acuerdos firmados sobre las prebendas obtenidas por los independentistas catalanes sirvan también de base para que Pedro Sánchez vuelva a ser investido presidente del Gobierno. Pero nada está cerrado hasta que todo está cerrado y aún queda tiempo para que ese reloj se ponga en marcha. Otra incertidumbre es conocer qué hará ahora el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, si seguirá insistiendo en pedir al rey Felipe VI que le designe como el primer candidato a ocupar la Moncloa, aunque tras la ruptura del diálogo con Vox para la Mesa del Congreso y a falta de mayor concreción, ahora cuenta con menos apoyos que Sánchez para ser investido.

Ahora bien, la incógnita fundamental de la nueva legislatura es la de su duración. En el caso de que Feijóo llegue a La Moncloa, su intención es convocar elecciones de forma inmediata para tratar de sacudirse a Vox, que seguiría el camino de Ciudadanos hacia la irrelevancia, aunque no todos los análisis apuntan a una caída en barrena. Por el contrario, de Pedro Sánchez es conocida su capacidad de resiliencia, y aunque la gobernabilidad dependa del partido de Carles Puigdemont. y en último extremo del estado de ánimo político del expresidente de la Generalitat prófugo, es de esperar que algo se haya aprendido del desempeño del primer gobierno de coalición de la democracia, que sean capaces de poner sordina al ruido interior y de atemperar las pretensiones de los independentistas irredentos. De cómo, cuándo y dónde se conjuguen los compromisos adquiridos entre el PSOE y sus socios con la dupla ERC-Junts sobre el uso del catalán en las instituciones, las dos comisiones de investigación y la desjudicialización -amnistía o similar- del “procés” dependerá en parte la duración de la legislatura. De eso y de la habilidad de Sánchez para resistir las presiones internas, además del desarrollo de las relaciones entre los propios partidos nacionalistas vascos y catalanes. Realizar predicciones sobre el pasado -como les gusta a los economistas- es fácil, pero por muchas que fueran las bravatas de Puigdemont, Junts se pondrá una losa encima si en lugar de posibilitar un gobierno Frankenstein progresista permite un Frankenstein conservador.

A partir de ahora se abre el periodo de las admoniciones, de las advertencias, de los temores y por supuesto se avecina una legislatura tanto o más polarizada y crispada que la anterior que se desarrolló en medio de unas circunstancias muy adversas, pero en la que se aplicaron recetas que ni hundieron la economía, ni quebraron la unidad de España, y en las que se mitigó el problema territorial, hasta el punto que el independentismo catalán ha logrado sobrevivir por unos centenares de votos con una fuerza política que no se corresponde con su pérdida de apoyos. 

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