Opinión

En lucha con sus entrañas

Los dirigentes socialistas bien podrían decir aquello de “qué poco dura la alegría en la casa del pobre”, porque desde las elecciones autonómicas y municipales, que aunque saldadas con pérdidas han supuesto un repunte de su poder territorial, no ha pasado semana sin que las luchas internas mantengan al partido en el candelero y, una vez más, ocupado en tapar las vías de agua que por sus acciones y decisiones propias se empeñan en abrir en el casco de una nave que no acaba de alcanzar una velocidad de crucero para ganar las elecciones generales por sí misma, ni de llegar a ocupar un puesto relevante en el próximo Parlament catalán.

El secretario general del PSOE parecía haber calmado las tensiones sobre su liderazgo, pero la mala gestión política de los episodios recientes en el PSOE madrileño y las iniciativas municipales del primer secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, han vuelto a dar alas a los adversarios internos y externos de Pedro Sánchez. En un caso por intentar marcar el paso con demasiada fuerza y en el otro porque el mensaje del PSC vuelve a ser confuso en cuanto a la política de alianzas y sobre el proceso soberanista de alguno de sus cuadros. Y Madrid y Cataluña tiene un punto en común para el PSOE: en los resultados en estas dos comunidades autónomas –más Andalucía- ha cimentado sus triunfos electorales.

El PSOE en Madrid ha sido siempre un quebradero de cabeza para la dirección federal por su división interna desde los tiempos de los “guerristas” y los “felipistas”. Y así sigue entre lo que queda del ‘tomasismo’ y la nueva dirección, sin que sean capaces de la generosidad necesaria para la integración de los dos sectores, o al menos para no desatar las batallas hasta alejarlas lo más posible de los procesos electorales en marcha. En esta ocasión han sido los ganadores, los oficialistas, quienes se han dado mucha prisa en hacer pasar por las horcas caudinas a los que han perdido y han desatado una tormenta con la defenestración de Antonio Miguel Carmona como portavoz municipal, quien se ha quejado de las formas de su cese y ha anunciado su disposición a formar parte de ese grupos de figuras que se dan con especial señalamiento en el PSOE, el de miembro de la ‘vieja guardia’ con un punto de resentimiento y con suficientes altavoces para manifestar su oposición a la Ejecutiva vigente, uno de cuyos mejores ejemplos ha sido Joaquín Leguina.

Después de la sangría de militantes que ha sufrido el PSC por su lado nacionalista proclive a la independencia, después de que la renuncia al derecho a decidir hubiera situado al PSC claramente en el terreno de los partidos constitucionalistas pero zafándose de abrazos de oso, y cuando la batalla fundamental que se libra en Cataluña no es la de la izquierda social contra la derecha económica, sino la del proceso soberanista, la propuesta de Miquel Iceta de tender la mano a ERC –que no tiene empacho en compartir lista con Artur Mas porque tienen claro su objetivo- para entrar juntos en el gobierno municipal de Barcelona con Ada Colau es un intento fallido, por lo menos hasta después del 27-S. Si a eso se añade la permanencia de ayuntamientos con alcaldes socialistas en la Asociación de Municipios por la Independencia- el daño ya está hecho a nivel nacional. Otra vez el PSOE machadiano, “en lucha con sus entrañas”.

Te puede interesar