Opinión

Los ministerios de la verdad

A las principales cadenas de televisión estadounidenses no les ha hecho falta un Ministerio de la Verdad que les dijera que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunciaba un discurso plagado de mentiras en los que introducía dudas sobre los recuentos sin aportar ningún tipo de prueba para cortar la transmisión de su intervención. Esa decisión se producía al mismo tiempo que en nuestro país se desarrollaba la polémica sobre la decisión del Gobierno de poner en marcha procedimientos de actuación contra la desinformación mediante una comisión residenciada en La Moncloa. 

El Gobierno enmarca esta actuación en una directriz europea que insta a salvaguardar la seguridad nacional luchando contra campañas de desinformación procedentes de países extranjeros y de hecho otras naciones de nuestro entorno tienen establecidos mecanismos para evitar esas injerencias, si bien suelen utilizar otros procedimientos de vigilancia que lo sacan del ámbito del gobierno, bien con la actuación de la sociedad civil, bien mediante control parlamentario. En nuestro país una vez más el jefe de “fontaneros” de La Moncloa, Iván Redondo, es el perejil de todas las salsas.

No obstante, con esta medida se ha vuelto a repetir el mal endémico de la política nacional, que es el cambio de discurso en función de si se está en el Gobierno o en la oposición y la iniciativa corresponde al otro, y se pone el acento en cuestiones como la censura o la limitación del derecho de información y expresión cuando se trata de una cuestión más relacionada con la seguridad nacional que con el control de las “fake news” nacionales –que también- o la crítica al Gobierno. Como esta iniciativa no es nueva, juguemos al “dónde dije digo, digo Diego” para ver quien dijo o hizo qué y en qué momento. 

Así ¿quién ha considerado las campañas de desinformación” como amenaza para la seguridad nacional dentro de la llamada "guerra híbrida", y quién propuso que los servicios de seguridad contaran con sistemas de “vigilancia, monitorización, mitigación y respuesta ante acciones extranjeras destinadas a cuestionar y debilitar la confianza en las instituciones públicas”? En efecto, lo hizo el PP en distintas ocasiones antes de tener que abandonar el Gobierno. Sin embargo, ahora Pablo Casado considera que con su propuesta, el Gobierno, “no solo atacan a la prensa crítica y señalan a periodistas, sino que crean un orwelliano Ministerio de la Verdad. Un ataque intolerable a la democracia”. Es una aplicación de su teoría política según la cual “de todo eso hay que quejarse”, de una cosa y de la contraria. 

¿Quién dijo “que el Gobierno decida qué información es verdad es el adiós de la libertad de expresión y de la democracia", y quién alertaba de que el Gobierno “quiere crear el Ministerio de la Verdad para filtrar la información que circula por las redes sociales sin su control. Alguien le ha pasado al PP el libro 1984 de Orwell y se ha creído que era un manual de instrucciones”? En efecto, son declaraciones sacadas de tuits de Podemos y de intervenciones de sus líderes, que ahora no dicen ni palabra porque su partido forma parte del Gobierno de coalición. Y desde el PSOE se expresaban de la misma forma. 

Estas polémicas ponen de manifiesto la calidad y coherencia de los líderes políticos nacionales. Y así nos va.

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