Opinión

La preguntas de Schulz

En la presentación de la precamapaña que Elena Valenciano realizó el pasado domingo, arropada por Rubalcaba, Zapatero y González, estuvo acompañada también del candidato conjunto de los socialdemócratas europeos a presidir la Comisión Europea, que fue el único que se atrevió a realizar una autocrítica del papel de la izquierda europea a lo largo de la crisis. Con las preguntas que realizó durante su discurso estaba dando las claves de la desafección de la ciudadanía hacia los políticos de su ideología que han tenido que hacer frente a los momentos más duros de la crisis, sin ser capaces de oponer soluciones distintas al "diktat" de Bruselas y Berlín, entre otras cosas porque los comisarios europeos socialdemócratas fueron igual de duros con los países en crisis y partidarios del “austericidio” que los conservadores. “¿Confía la gente en nosotros para protegerles? ¿Los votantes nos abandonaron o fuimos nosotros quienes abandonamos a los votantes?”, dijo Schulz.

Esa son unas de las cuestiones que deberán responderse los votantes socialdemócratas europeos y en particular los socialistas españoles: si van a poder confiar en ellos en los momentos de dificultad, si efectivamente tienen recetas distintas de las aplicadas a lo largo de esta crisis, si tienen mecanismos para frenar la fuerza de los mercados y si no van a abandonar a sus votantes y les van a dejar desprotegidos. Schulz intervino ante dos expresidentes de gobierno socialistas que se han caracterizado por aplicar recetas conservadoras para salir de las crisis que les tocó vivir, so pretexto de ganar el futuro a costa de no salir “todos juntos” de la crisis. Es más, Felipe González se deshizo en elogios en su día hacia Zapatero, del que dijo que había actuado como un verdadero estadista al aplicar los recortes de mayo de 2010, cuando comenzó a cimentar la mayoría absoluta del PP. Y la debacle de los socialistas franceses en las pasadas elecciones municipales es una muestra más de cómo se penaliza a quienes cambian socialdemocracia por políticas neoliberales, porque los votantes prefieren el original a la copia y no perdonan la traición de las promesas.

Los socialdemócratas europeos, y los socialistas españoles en particular, tienen un problema de credibilidad, porque es habitual que durante las campañas electorales levanten “muchas banderas”, que tardan poco en dejar arrumbadas en una Unión Europea donde seguirá pesando más el poder de los líderes que el de los ciudadanos a pesar de las mayores prerrogativas con que va a contar el Parlamento Europeo que salga de las urnas el 25-M.

La desconfianza hacia las posiciones políticas de los socialistas no es ajena a dos de los problemas políticos que se van a hacer evidentes en las elecciones del 25-M: la abstención y el renacimiento de los partidos populistas, que se añaden al ya clásico desconocimiento de la importancia de las elecciones europeas, en las que a Europa se la mira de reojo mientras que se trata de ajustar cuentas en la política nacional.

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