Opinión

Prisas y pausas

Al día siguiente de su victoria en las urnas, el presidente del PP, Albero Núñez Feijóo desarrolló una intensa actividad telefónica y se puso en contacto con los dirigentes del PNV y de Coalición Canaria, dos de los grupos políticos con los que pensaba completar la mayoría absoluta que por sí mismo y en compañía de Vox no ha logrado alcanzar, para presentarse con garantías de ganar en la sesión de investidura.

El empeño era obligado por las razones mencionadas, a pesar de que el PNV ya había avanzado que no entraría en ninguna fórmula de acuerdo en la que estuviera Vox, el partido que tiene una inquina esencial a los privilegios fiscales que la Constitución reconoce al País Vasco y Navarra. La respuesta del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y de Coalición Canaria, que va en el mismo sentido, aclara el panorama político por la derecha y reduce los apoyos a Feijóo a Vox -en el caso de que quiera unir su futuro al del PP, después de los agravios recibidos durante la campaña electoral- y a Unión del Pueblo Navarro. La reducción del número de partidos regionalistas con representación en el Congreso limita además sus posibilidades de alcanzar pactos. 

Alberto Núñez Feijóo parece decidido a presentarse a la investidura al haber ganado las elecciones del 23J, pero cabe preguntarse si ante la evidencia de falta de votos para llegar a la Moncloa no realizará la misma operación de Mariano Rajoy tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015 -sí, también se votó en fechas cercanas a Navidades- y comunique al rey su renuncia a presentarse a la investidura. En ese caso, los plazos para la convocatoria de nuevas elecciones no comenzarían a correr, pero ante la situación de bloqueo que pudiera propiciar Junts per Catalunya (JxC) que abocaría a nuevas elecciones, Feijóo puede decidir poner en marcha el calendario para unos nuevos comicios. 

Las prisas de Feijóo por saber con los apoyos que cuenta contrasta con la pausa que han introducido tanto el PSOE como los independentistas de Puigdemont a las negociaciones, porque el acuerdo tiene una complejidad mayor dado que se juega en varios escenarios: en primer lugar en Cataluña, donde las dos familias independentistas se tantean en busca de la posibilidad de alcanzar un acuerdo para formar grupo parlamentario en el Congreso, lo que por separado no pueden lograr, y presentarse con exigencias comunes, que en el caso de JxC se sitúan en su proyecto de máximos, amnistía y referéndum de autodeterminación vinculante, mientras que ERC mira también a la situación del Govern catalán y defiende la mesa de diálogo entre gobiernos. 

El PSOE pide discreción y no ha dado ningún paso para lograr la investidura de Sánchez y evitar la repetición de las elecciones en la que estarían interesados el PP y JxC, en el caso de que aplique la norma del cuanto peor mejor para sus intereses con un gobierno de derechas en la Moncloa, y ha dejado que sea Sumar quien tome la iniciativa de lograr atraer a los puigdemonistas a un territorio razonable, sabiendo que un referéndum de autodeterminación es una petición inasumible por cualquier Gobierno de la nación. La paradoja es que cuantos más votos y escaños han perdido las tres formaciones independentistas catalanas, más capacidad tiene JxC para bloquear la formación de gobierno y forzar la repetición electoral. 

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