Opinión

Rendirse a la evidencia

Al menos para el presidente del Gobierno y candidato a repetir como inquilino de la Moncloa ha llegado el momento de aceptar la evidencia de que los resultados que obtendrá en estas elecciones estarán muy alejados de los que consiguió hace cuatro años, y que aunque conserve el puesto de minoría mayoritaria y sea el encargado de formar gobierno va a necesitar de un pacto con otro partido para garantizarse la estabilidad parlamentaria. Mariano Rajoy ha puesto pie en tierra y no quiere hablar de coaliciones ni de futuribles hasta que se conozcan los resultados y con quien puede aplicar las matemáticas parlamentarias o la geometría variable. Al descartar la posibilidad de llegar a acuerdos con el PSOE y con Podemos, por razones obvias, y por la  dificultad de llegar a acuerdos con las fuerzas nacionalistas vascas y catalanas –que además perderán la capacidad de influir que han tenido en otras ocasiones, por la dispersión del voto y por su alejamiento político-, solo queda la eventualidad de un pacto con Ciudadanos. Es cierto que Rajoy en la conversación con los periodistas que siguen su campaña no habló en ningún momento de Ciudadanos como socio necesario, pero hay veces que no es preciso nombrar las cosas por su nombre para saber de qué se está hablando.  

Hasta ahora el partido de Albert Rivera cuando ha tenido que cimentar la gobernabilidad en comunidades autónomas lo ha hecho solo para la elección del presidente en el debate de investidura. Este compromiso le resulta muy corto y muy incómodo a Mariano Rajoy y Ciudadanos se verá presionado para variar el rumbo y garantizar la estabilidad del  gobierno en una etapa en la que, tanto para hacer frente al desafío soberanista como para fortalecer la recuperación económica, necesitará de un gobierno estable que pueda dedicarse más a resolver los problemas de los ciudadanos que a sus cuitas internas.

Al haber sido señalado indirectamente por el dedo de Rajoy, el líder de Ciudadanos ha recibido un regalo envenenado, porque de esta forma el presidente del PP trata de recuperar una parte del electorado que le ha arrebatado –el original mejor que la copia- y porque cuando el PP ha gobernado en coalición ha tratado de fagocitar a su socio y ha dado lugar a rupturas memorables.

Todas las encuestas apuntan a que la ausencia de un partido que alcance la mayoría absoluta va a ser una realidad y que la posibilidad de alcanzar un gobierno estable va a estar tanto en la diferencia que haya entre el partido vencedor y el segundo clasificado, como en la diferencia entre los que se disputan el puesto del segundo al cuarto, en este nuevo bipartidismo con elementos tomados dos a dos. La operación que propondrá el Partido Popular a Ciudadanos tiene sentido si el PSOE y el “soldado Sánchez” logran evitar el sorpasso por la derecha o por la izquierda. Con Ciudadanos como líder de la oposición no tendría sentido a no ser que quiera suicidarse políticamente, al igual que el PSOE si siente la tentación de una gran coalición. En cualquier caso y rendidos a la evidencia de que serán necesarios pactos que garanticen un gobierno estable, sólo resta esperar que los partidos tengan la suficiente altura de miras y sentido de Estado para no empeorar una situación tan delicada. 

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