Opinión

Los silencios de Sánchez

El Gobierno se desayunó ayer con un ataque frontal por parte del Partido Popular y el resto de los partidos de la oposición de centro derecha a cuenta de un informe del Consejo de Estado sobre el real decreto ley de las ayudas europeas del Fondo de Recuperación que no había sido adjuntado en la documentación remitida al Congreso. Más allá de si el informe era preceptivo aunque no vinculante, o si se presenta o no con el resto de memorias que acompañan estas normas, el Gobierno ha sido pillado en falta y no ha sabido dar una respuesta adecuada, porque el silencio que mantuvo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando fue interpelado directamente por el líder de la oposición, Pablo Casado, y a continuación por todos los miembros del Ejecutivo preguntados por la misma cuestión, es el síntoma de que si no se ha cometido una acción irregular, demuestra una falta de respeto al Congreso y al resto de los partidos, menoscaba el funcionamiento democrático, hurta a los partidos el conocimiento de un documento relevante y, sobre todo, es síntoma de una torpeza mayúscula de los “fontaneros” de la Moncloa, incrementada por la decisión de no hacerlo público de forma inmediata sino cuando el Gobierno lo considere oportuno. 

A tenor de las declaraciones de quienes tienen conocimiento del dictamen del Consejo de Estado por vía indirecta, el informe contiene partes muy críticas con la decisión de centralizar en la Moncloa el sistema de reparto de los fondos europeos de recuperación, y aunque el Ejecutivo indica que se han tomado en consideración algunas de sus sugerencias que fueron incluidas en el texto del real decreto, es evidente que las consideraciones negativas no le iban a la zaga o que incluso podían ser más que las positivas. 

Es decir, que el Gobierno tiene ahora dos problemas, defenderse de las opiniones contrarias a sus iniciativas del principal órgano asesor del Consejo de ministros, y justificar su silencio ahora que se conoce su intención de ocultarlo, por no incidir en la ingenuidad de los responsables del envío del real decreto al Congreso y del intento de ocultarlo con la esperanza de que no se conociera cuando se trata de un documento que habrá pasado por muchos despachos. 

La sesión de control al Gobierno deparó otro silencio de Pedro Sánchez también inquietante, la falta de respuesta en que dejó la intervención del líder de Vox, Santiago Abascal que volvió a pintar el panorama apocalíptico de inseguridad, violencia y malestar creado por la migración irregular y los menores no acompañados. Aunque sea su discurso tradicional trufado de un populismo que destila odio ya conocido pero que no se puede dejar pasar sin respuesta.

El mutismo de Sánchez con Abascal puede interpretarse como el peaje por el apoyo de Vox al proyecto de ley sobre los fondos europeos, que además ha ido acompañado de la alabanza a “su sentido de Estado” en contraposición con la actitud de Pablo Casado. La evidencia de que a Pedro Sánchez le interesa introducir cuantas más contradicciones mejor entre el PP y Vox debe ir acompañada de declaraciones constantes que pongan de manifiesto la inconsistencia de las acusaciones del partido de extrema derecha. Y dejar al PP y a su astilla Vox que resuelvan ellos solos la lucha por el control del espacio de la derecha. 

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