Opinión

Tampoco es Bambi

El secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, ha jugado las escasas cartas que le han deparado las elecciones generales con una cierta solvencia. Tras los magros resultados del 20D y de su lectura equivocada, ha hecho de la necesidad virtud y ha tratado de revertir las consecuencias negativas que pudieran tener en su liderazgo y en su ambición por lograr alcanzar la Moncloa.

Sus posibilidades en esta primera ronda de votaciones para la investidura como presidente del Gobierno son francamente nulas, y a partir del 5 de marzo, aunque los populares consideran que ese será su momento de intentarlo, setenta y cinco días después de que se cerraran las urnas, no hay que despreciar la capacidad de Pedro Sánchez para mantener la iniciativa y la ventaja que le ha conferido el acuerdo con Ciudadanos. En este tiempo de incertidumbre no ha dejado de maniobrar para mantener la cabeza fuera de las revueltas aguas internas en las que ha estado a punto de desaparecer, ha logrado conjurar las amenazas de sus propios compañeros de partido y al mismo tiempo ha alcanzado el pacto en la dirección en la que quería la presidenta andaluza, Susana Díaz, y ha conseguido el acuerdo sobre la base fundamental de su programa electoral. ¿Le pasarán factura en su partido por el previsible fracaso en su investidura a pesar del acuerdo logrado con un equipo negociador integrado por representantes de la nueva hornada y miembros de garantía para la vieja guardia?

Pedro Sánchez, a pesar de algunas comparaciones interesadas con el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, ha demostrado que tampoco es un ‘Bambi’, según aquella expresión que utilizó Alfonso Guerra y que poco después él mismo matizaba para reconocer que “Zapatero ha resultado ser un Bambi, pero no de peluche, sino de acero”. Con sus iniciativas no solo ha desactivado las críticas internas y, por lo pronto, ha podido demorar la operación que hubiera podido ponerse en marcha para apearlo de la secretaría general y de encabezar la candidatura socialista si se convocan nuevamente las elecciones. A lo largo de esos días, Pedro Sánchez ha estado montado en un caballo sin doma que ha estado a punto de echarle por tierra en varias ocasiones, pero en todas ellas se ha repuesto y ha dejado a sus adversarios internos con las manos atadas. Además de que su figura ha podido crecer a vista de la opinión pública por su interpretación del mandato de las urnas.

Ahora queda resolver el trámite de la consulta a la militancia del acuerdo con Ciudadanos, que fue otra muestra de su capacidad para defender su liderazgo, con una pregunta genérica que da la impresión de que también serviría para validar los pactos que pudieran lograrse con otras fuerzas políticas a lo largo de los dos próximos meses, una posibilidad que de momento está descartada tras la reacción de Podemos, IU-UP y Compromís, pero que ha obligado a trabajar más deprisa a los negociadores.

Con el acuerdo con Ciudadanos, Pedro Sánchez se ha sacudido también las etiquetas relacionadas con la ‘radicalización’ con las que le han ido adornando desde el PP a lo largo de las últimas semanas, porque consideraban que iba a echarse en los brazos de Pablo Iglesias. Sin embargo, en ningún momento ambos han ‘paseado’ juntos

Te puede interesar