Opinión

En terreno independentista

La decisión de Ciudadanos está tomada e Inés Arrimadas no va a intentar la formación de gobierno en Cataluña. El motivo es que la aritmética parlamentaria es tozuda y las cuentas no salen de ninguna de las maneras, ni tan siquiera en el hipotético caso de que ‘los comunes’ entraran a formar parte de un acuerdo con el partido de Albert Rivera, el PSC y el PP, lo que sería mezclar el agua con el aceite y desnaturalizar a todos los partidos, dado que no sería una opción transversal como defendió el PSC, ni tendría un nítido perfil social como defendieron los partidarios de Ada Colau.

La estrategia de Ciudadanos pasa por no presentarse a una sesión de investidura, que no podría sacar adelante, pero escuchar las propuestas de Arrimadas sobre Cataluña con su proyección para el conjunto de España sería una buena oportunidad para apuntalar sus resultados en esa comunidad autónoma y presentar cartas credenciales para mejorar sus resultados en el ciclo electoral que se desatará a partir de 2019,  al calor de los conseguidos el pasado 21-D que han llevado la inquietud al PP y también al PSOE que puede ver como Ciudadanos se convierte en el segundo gran partido del país.

En esta tesitura todo el futuro de la composición del Parlamento y de un nuevo Govern se juega en territorio independentista donde las reticencias larvadas entre los dos representantes del independentismo JxC y ERC, y su apéndice necesario para mantener la mayoría absoluta, la CUP, comienzan a aflorar en primer lugar por la frustración de ERC que se ha visto superada por la ‘lista del presidente’, lo que no entraba de ninguna de las maneras en sus expectativas, y en segundo lugar por el discurso de la ‘restitución’ del gobierno cesado por la aplicación del 155, con todos los condicionantes que impone la situación de cárcel de Oriol Junqueras y otros dos diputados electos y la de Carles Puigdemont y los cuatro exconsseller con asiento en el Parlament que se encuentran huidos de la justicia y que serán encarcelados en cuanto que pisen territorio nacional.  Y si el expresidente catalán no vuelve, no podrá ser investido como presidente de la Generalitat.  

Es decir, que los independentistas son quienes tienen que comenzar a ponerse de acuerdo y ERC ha puesto en marcha la ‘operación Oriol’ si Puigdemont no cumple su compromiso de volver a España y  de paso no rapar la suave piel de la CUP que sigue manteniendo la llave de la mayoría absoluta aunque puede condicionar la legislatura en mucha menor medida, como bien les ha hecho saber Carles Puigdemont, porque ya no bastaría con su abstención sino que tendrían que votar junto con el resto de los partidos.

Si a eso se suma que los exconsellers huidos o encarcelados no podrán realizar de forma habitual su trabajo como parlamentarios, si no se resuelve la situación judicial, en algún momento los partidos soberanistas pueden tener que plantearse que corran las listas, y que quienes ahora son consideradas víctimas del 155 pasen con el tiempo a un discreto olvido. Si además, como pretenden, Carme Forcadell es restituida en la presidencia del Parlament, sería  una garantía de que no se tramitará ninguna iniciativa secesionista, porque está bajo la amenaza del Tribunal Supremo de volver a la cárcel si así lo hiciera.  

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