Opinión

Todo sigue igual... De momento

Tras los congresos del PP y de Podemos viene la resaca. La euforia de los triunfadores deberá apaciguarse y los resultados digerirse porque hay muchas lecturas internas que realizar pese a la contundencia de los datos en las elecciones de los líderes de ambos partidos. Como tanto Mariano Rajoy como Pablo Iglesias han revalidado sus liderazgos, y ya se conoce la forma de pensar y de actuar de cada uno, no hay que esperar muchas novedades en un futuro cercano. No desde luego por parte del presidente del Gobierno, que ha repetido los mantras sobre su gestión al frente del país,  su posición ya amenazadora sobre el desafío independentista, y ha comprometido continuidad en las políticas aplicadas junto a un llamamiento a la responsabilidad de los demás para que le dejen gobernar. Y tampoco de Pablo Iglesias encastillado en su propuesta de movimiento más callejero que institucional.

Los discursos de Mariano Rajoy a lo largo del congreso del PP han sorprendido por su ausencia de novedades, dado que se le había organizado un acto a mayor gloria de, y porque ha habido una clamorosa falta de debate político, de tal forma que los ciudadanos se quedan sin saber cuál es la argamasa ideológica de su discurso político y cuál es su proyecto de país, salvo el mantenimiento contra viento y marea de la reforma laboral y el intento de recuperación de los votantes perdidos. Aunque tampoco han abundado las propuestas ilusionantes a los sectores que le han abandonado en las urnas, porque se percibe su añoranza de la mayoría absoluta que evita el engorro de tener que pactar leyes y aplicar las contrarreformas acordadas con los socialistas, los grandes ignorados del fin de semana porque tienen una posición subalterna en muchos sentidos, derivada de su falta de liderazgo.    

Salvados los asuntos internos más relevantes –ni primarias ni limitación de mandatos- queda por resolver cómo funcionará la bicefalia organizativa, que siempre origina fricciones, entre María Dolores de Cospedal y el nuevo coordinador general, Fernando Martínez-Maíllo. Y comprobar hasta donde llega la larga mano de la reelegida secretaria general en los congresos territoriales que se van a suceder a continuación, en los que se librará la batalla por el reparto de poder entre hipotéticos candidatos a una sucesión que no parece cercana, y que no serán tan plácidos como el que acaba de terminar.

En Podemos tampoco hay otro debate a la vista salvo decidir el futuro de Iñigo Errejón derrotado en Vistalegre II y obligado a pasar por las horcas caudinas de los documentos aprobados, con tesis completamente opuestas a las suyas sobre la estrategia política a seguir, en especial en las relaciones con los otros partidos de izquierda, y sobre la forma de entender la transversalidad para llegar a un mayor número de personas. Con su amenaza de dejarlo todo si perdían sus documentos, Pablo Iglesias enseñaba a Errejón la puerta  de salida. Su futuro será la clave para comprobar hasta donde llega el propósito de “unidad y humildad”, o si estos compromisos estaban motivados por la presión de los reunidos hartos del espectáculo de los días previos a la asamblea ciudadana.

Los liderazgos y los proyectos salidos de los congresos de este fin de semana son los mismos del pasado viernes. Toca esperar los próximos movimientos.

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