Opinión

Urge mover fichas

De la misma forma que en la segunda parte de la campaña electoral todas las miradas estaban puestas en Pedro Sánchez, y sobre su capacidad para obtener unos resultados presentables que no acabaran con su dimisión la misma noche electoral, ahora vuelve a ser el centro de atención dado que es el PSOE el único partido capaz de garantizar al Partido Popular la posibilidad de formar gobierno con la finalidad de que al menos durante un par de años no tengan lugar unas nuevas elecciones generales. Para ello tendrá que variar su voluntad de votar no y pasar a la abstención en un segundo o tercer pleno de investidura para permitir a Mariano Rajoy encabezar un nuevo Ejecutivo.

Las urnas han dictado una enmienda a la totalidad a las políticas del gobierno popular, y los ciudadanos quedan a la espera de las propuestas que debe plantear Mariano Rajoy para ganarse la confianza del Congreso. Quizá el 21-D no era el momento de hacerlas y prefirió trazar las líneas rojas de un futuro acuerdo de gobernabilidad, pero no aportó nada porque eran lo suficientemente gruesas y evidentes que ninguno de los partidos que anteponen el cumplimiento de la legalidad constitucional está dispuesto a saltárselas, de tal forma que el único que queda fuera de un escenario de acuerdos es Podemos y su derecho a decidir.

Pero pasado ese primer momento, las posiciones de cada cual comienzan a estar claras, y en ellas al PSOE le corresponde ejercer el liderazgo de la oposición, sin que Pedro Sánchez tenga posibilidad para montar una mayoría alternativa con Podemos y grupos independentistas, a pesar de su proclama de la noche electoral de “España quiere izquierda”, porque el pacto a la portuguesa no cuenta con el beneplácito de los barones socialistas y porque sería un suicidio político de la misma dimensión que una gran coalición a la alemana.

Le corresponde a la minoría mayoritaria que conforma el PP intentar formar gobierno, pero para ello tiene que pasar del trazo grueso con el que se delimita el terreno de juego al pincel fino de ofrecer cambios sustanciales en las políticas llevadas a cabo hasta ahora, que son las que han castigado los ciudadanos en las urnas, al igual que su forma de hacer política por imposición sin dar lugar al diálogo y el consenso, palabras que vuelven a hacer aparición en lenguaje de los dirigentes populares, haciendo de la necesidad virtud. La misma de la que tendrá que hacer gala si finalmente el PSOE facilita la investidura de Rajoy y se mantiene en la oposición. Solo así podrá condicionar la acción de gobierno, aunque no parece que los dirigentes del PP se refirieran a esa actitud cuando han pedido al PSOE que se comporte de forma “responsable” y les deje gobernar. Y desde luego los estrategas socialistas deben valorar con mucho detenimiento si les interesa la celebración de unas elecciones anticipadas que podrían resultar beneficiosas para sus adversarios más directos, PP y Podemos.

Los plazos para la constitución de las Cortes y la presión que llega desde Cataluña tras el acuerdo para investir presidente a Artur Mas aunque sea de forma demediada obliga a los partidos a actuar con rapidez, pero sobre todo al PP para demostrar cuál es su voluntad de diálogo y de llegar acuerdos para no abundar en la sensación de inestabilidad.

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