Opinión

Viaje a Arabia

Durante los 300 días de gobierno en funciones, los reyes han tenido que aplazar distintos viajes de Estado de gran simbolismo unos y de gran interés otros. Con la llegada del nuevo Ejecutivo la agenda del rey ha quedado desbloqueada y retoma su función institucional de primer embajador de España.

Felipe VI inaugura esta nueva etapa con un viaje nada sencillo a Arabia Saudí, como tampoco lo serán otros que tendrá que realizar a países donde el respeto por los derechos humanos brilla por su ausencia, pero donde los intereses económicos de nuestro país pueden encontrar un mercado para desarrollarse. Esta situación no es nueva para el rey –que en esta ocasión viaja solo- de la misma forma que tampoco lo es para el resto de gobernantes de países occidentales, que se salva con alguna mención protocolaria y pactada con las autoridades locales en defensa de la democracia, que forma parte de los usos diplomáticos habituales y de la hipocresía que preside las relaciones internacionales a determinados niveles.

Una hipocresía que se extiende a los propios partidos nacionales cuando tienen que hacer gala de sus valores pero luego no pueden renunciar a la posibilidad de que sus ciudadanos tengan trabajo y mejores condiciones de vida, además de que saben que en el caso de que las empresas española no se hagan con determinados encargos vendrán otras de países igualmente democráticos y denigradores de las dictaduras que no tendrán ningún reparo en firmar el contrato.

Es cierto no obstante, que Arabia Saudí ocupa un lugar destacado entre los países que vulneran los derechos humanos. No solo porque sea uno de los países que con mayor asiduidad aplica la pena de muerte sino también por la aplicación rigorista de la sharia y lo que supone, y en la persecución de los chiíes en aplicación de su credo wahabista que le lleva a mantener un enfrentamiento por el control geoestratégico de la zona con Irán, y que permanece con sus fronteras cerradas a los refugiados que huyen de las guerras en Oriente Medio, además de estar embarcado en la guerra del Yemen. Y aunque forma parte de la coalición internacional contra el ISIS, en otros momentos permitió su financiación desde su territorio.

Aunque el formato de viaje que va a realizar el rey Felipe VI a Arabia Saudí es distinto al que utilizaba su padre en las visitas a este país, su componente económico está fuera de toda duda, dado que durante los días de estancia en Riad se puede firmar el contrato por el que los astilleros de la empresa pública Navantia se van a encargar de la construcción de cinco corbetas por valor de 2.000 millones de euros que proporcionará carga de trabajo para dos mil personas durante cinco años en Cádiz y Ferrol. Además se trata de que se firme el acuerdo de la prórroga de la construcción y el sobrecoste de la construcción del AVE a La Meca. Las perspectivas de modernización económica de Arabia que ha emprendido una senda de desarrollo que la aleje del monocultivo del petróleo abren también grandes posibilidades para empresas multinacionales españolas punteras en sus sectores.

El componente político de la visita está además en el estrechamiento de lazos entre el nuevo monarca saudí, Salmán bin Abdelaziz, y los dos siguientes miembros de la casa de Saud en la línea de sucesión, con la Casa Real española, representada ahora por Felipe VI, que han mantenido excelentes relaciones.

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